miércoles, 25 de marzo de 2020

La vida en tiempos de pandemia


Un año más del Blog Atacama


Con alegría retomamos el hilo del Blog Atacama, con el número 39. Este espacio quiere ser un lugar de encuentro en el que les vayamos contando lo más significativo de nuestra vida. De alguna forma queremos acortar las enormes distancias de nuestra comunidad de Atacama con las diferentes obras de la Congregación, con nuestras familias y con otros amigos y amigas que se interesan por aquello que hacemos en estas tierras.
Gabriel
Sin duda que estamos en un tiempo extraño en el que el tiempo parece suspendido, en el que las actividades todavía no comienzan -para ser exactos, comenzaron y se paralizaron-, en que debemos estar distantes, encerrados, para no contagiarnos. Pero todo tiempo puede ser propicio para la acción de Dios. Y, así como las aguas y los cielos se han aclarado con la calma del mundo, así podría también aclararse nuestra vida: limpiarse, renovarse, serenarse. Los tiempos de quietud pueden ser tiempos profundos, de afianzamiento, de maduración, de cambio.
Alex
Nuestra comunidad está renovada. En efecto, despedimos en diciembre a nuestro hermano Claudio Carrasco y recibimos a Rafael Domínguez. Por tanto, la comunidad de Atacama está formada este año 2020 por Gabriel Horn, Alex Vigueras, Rafael Domínguez y Alberto Gaitán que nos acompañará hasta julio de 2020.
Hay que decir que Alberto está muy contento: nunca pensó que viviría con auténticos "padres del desierto".

Y la gran novedad de este inicio de año ha sido la instalación en Diego de Almagro de una comunidad de Peumas, jóvenes recién egresadas de enseñanza media que han participado en nuestras obras y que han querido dedicar un año de sus vidas al servicio misionero. Agradecemos a Dios por tan bello regalo. Ellas tendrán en cada blog un espacio en el que nos irán contando sus experiencias.

Rafael
Alberto




La fiesta de La Candelaria



Del jueves 30 de enero al lunes 3 de febrero participamos en la fiesta de La Candelaria que se realiza cada año en Copiapó. Esta vez teníamos dudas de si se realizaría la fiesta, por todas la situación generada por el estallido social. Afortunadamente la devoción y la fe pudo más que el miedo y la fiesta pudo realizarse sin inconvenientes.
De nuestra parroquia participaron 5 bailes: el Baile Mixto nº 1, Virgen de los Dolores; los Comanches, Guardianes de la Virgen del Carmen; los Caporales de la Virgen del Carmen; los Comanches Guardianes de la Tirana Chica y la Morenada Virgen de Fátima.

El lema de este año fue: 

“María, enséñanos a ser una Iglesia que cuida la dignidad de cada persona”

Nuestro Hermano Alberto Gaitán tuvo la oportunidad de participar como músico del baile “Comanches, Guardianes de la Tirana Chica”, tocando el bombo. Aprovechamos este blog para que nos cuente algo de esa experiencia.

¿Qué fue lo más novedoso de esta experiencia?
Lo más novedoso para mí fue que uno entra en la fiesta, así como la gente la vive: desde lo que son sus alegrías, sus preocupaciones. 
Un momento muy especial fue cuando le pidieron al baile acompañar a la Virgen desde la capillita hasta el santuario. Fue un momento de mucha alegría, después de haber estado cinco años sin participar en la fiesta.
Durante la fiesta se viven muchas preocupaciones: algunos desmayos, alguna pelea, algunos problemas en la despedida. Sin embargo, el participar de todo eso es bonito. Uno conoce la realidad de los bailes religiosos que es compleja, que trae tensiones, que implica mucho trabajo. Una realidad en la que el liderazgo es muy importante. Se descubren también las alegrías que ellos viven.
Me gustó mucho vivir todo esto con ellos porque le descubrí más sentido a este modo de vivir la fe. Lo que más se asemeja en España son las Cofradías. Yo he participado en ellas, pero no entendía tanto como entiendo ahora. Con las cofradías yo pensaba: ¿por qué no van todos los domingos a misa?, ¿por qué no se comprometen más con la parroquia? Pero, eso de prepararse todo un año para expresar su fe en un momento, a través de ritos muy cuidados. Ellos me fueron introduciendo en eso… fue muy bonito: me presentaron a la Virgen, me pusieron la polera, me explicaron lo que eran las mandas. Al principio yo no comprendía el sentido que tiene la polera. Por ejemplo, cuando están con la polera del baile no pueden tomar, ni decir garabatos. Es algo que respetan mucho. En ese momento sentí que me decían: queremos que participes del baile, que seas un miembro más. Y el hecho de hacer esa presentación ante la Virgen le da una solemnidad especial. Fue significativo el abrazo de Juan (caporal del baile), el del jefe de los músicos.
Rito de presentación. Saludo a la imagen de La Candelaria

¿Dónde crees que radica la fuerza de esta expresión de fe?
Es una experiencia que se conecta mucho con la tradición, con lo cultural. Es bonito como la gente ha rescatado los bailes como algo tradicional, como algo cultural propio de aquí. Eso tiene mucha fuerza. De algún modo, todos necesitamos experiencias fuertes que vayan alimentando nuestra fe. En La Candelaria se da eso: por el modo de expresión, por concentrar algo tan intenso en un periodo corto de tiempo, por la preparación que significa, por el compartir…

¿Y cómo viviste el cansancio?
Lo asemejo mucho a la experiencia pastoral, cuando haces muchas cosas y quedas con un cansancio, pero con sentido. Es un cansancio que se ofrece a la Virgen y eso le da sentido.

¿Cómo viviste tu relación con los otros músicos?

Fue una relación buena. Mucha gente que participa no es gente de la comunidad eclesial. Eso es bonito. Uno encuentra los valores del evangelio también en gente que no es cristiana, o que no creen en Dios. Yo me propuse salir con ellos, estar con ellos. Fue bonito encontrarnos a pesar de ser tan distintos.


Escuela de formación en pastoral juvenil
(Por Alberto Gaitán)

Aprovechando el comienzo de año, tiempo en el que todavía nuestras agendas no están tan llenas de actividades, y con el deseo de cuidar y acompañar bien a otros desde la pastoral, se realizó un encuentro de formación para asesores de Pastoral Juvenil ss.cc., los días 13, 14 y 15 de marzo en Santiago, en el colegio Sagrados Corazones de Manquehue.
En este encuentro participaron asesores de Santiago, Concepción, Valparaíso, Viña del Mar y Diego de Almagro. Además del tiempo destinado a la formación, mediante talleres y charlas, también hubo tiempo para conocernos, compartir experiencias y seguir aunándonos en el carisma de los Sagrados Corazones y en el sentirnos parte de la Iglesia.
Los participantes provenientes de las parroquias ss.cc.
Los jóvenes de Diego de Almagro que participaron nos cuentan qué significó para ellos esta experiencia.

Zaida: “El encuentro en sí fue muy lindo. Se notó mucho lo que es la dedicación y el tiempo que dedicaron a prepararlo. Es difícil decidir qué fue lo que más me gustó, pero creo que el momento de la oración y la relajación con masajes. Estas fueron las cosas que más me gustaron, ya que eran momentos más relajados. Obviamente, me quedaría con los talleres que hicimos, porque cada uno de los talleres presentó cosas importantes que se deben tomar en cuenta y que nos ayudan al momento de ser asesor.”

María Paz: “Primeramente, quería dar las gracias por darme la oportunidad de participar por segundo año en esta escuela. Fue una experiencia muy conmovedora y satisfactoria, por el hecho de que nos hicieron comprender la importancia de un asesor en la vida del joven, tanto en el ámbito físico como emocional, y cómo nos expresamos hacia ellos. También nos enseñaron a tener un liderazgo efectivo mediante 5 habilidades críticas de la inteligencia, cosas de las que no tenía ni idea. Para liderar hay que comprender al otro y no solo dirigirlo. También nos dieron tips de cómo ayudar al joven cuando es enfrentado por alguna situación delicada. Por ejemplo, el trastorno emocional: si alguien se quiere suicidar y te lo confesó, lo que primero uno tiene que hacer es informar a sus padres y, luego, sus padres deberían llevarlo a un experto. Pero uno tiene que estar siempre apoyando. También fue muy emocionante escuchar relatos de otros jóvenes asesores, anécdotas que han vivido durante su camino como asesor. Hubo relatos muy tristes y otros muy llenadores. Sin duda, fue una linda experiencia y con personas muy simpáticas y agradables.”

María Esperanza: “Antes de todo, quiero dar las gracias por darme la oportunidad de esta nueva experiencia que he vivido, que me gustó mucho y que me ayudará en un futuro con los niños. Comenzaré contando mi experiencia el primer día. La persona que nos dio el primer taller fue alguien que me agradó mucho. Hizo un muy buen trabajo al poder enseñarnos como aprender a liderar y también al enseñarnos sobre los dominios primarios de la experiencia humana a través de actividades más didácticas. El segundo día nos tocó el taller sobre trastorno emocional, y vimos cómo saber lo que le ocurre a los jóvenes con los que trabajamos en confirmación, pastoral juvenil. Fue un tema muy importante por lo que está sucediendo hoy con los adolescentes y niños, ya que te puedes dar cuenta de la situación por la que están pasando y ayudarlos a tiempo. Vimos cómo acompañar a niños y niñas con depresión, ansiedad o si está teniendo algún tipo de abuso. El tercer taller se trató básicamente de lo mismo que el del segundo día, solo que profundizaron más en el tema. Esto fue todo lo vivido. Muy linda la experiencia.”

Nicolás: “La experiencia del encuentro fue muy agradable y de mucho aprendizaje. Se notó una gran dedicación para que se pudiera lograr. Los talleres eran muy interesantes y acordes para la formación de un asesor, y con momentos muy gratos en las noches, como lo fue la actividad de relajación y la oración, además de poder compartir experiencias con las demás personas que, hasta entonces, eran totalmente desconocidas.”

Matías: “Fue una grata experiencia ir a la escuela de formación SS.CC. Fue bastante entretenido, conocimos harta gente y la pasamos bien. Estuvo bien organizado y muy bueno todo.”

Todos los participantes

Incendio en la Villa Emergencia

La madrugada del viernes 20 de marzo, un escalofrío recorrió las calles de nuestra Villa de Emergencia. A causa del incendio de una de las casas fallecieron Joaquín de 8 años, Maribel, su madre y Alfonso, su pareja.
Entre los carros de bomberos y las patrullas de carabineros se escuchaba un llanto desgarrador. Era la madre de Maribel que estaba desconsolada. Su esposo y otras personas de la familia intentaban consolarla. ¿Pero cómo se puede consolar un dolor así? Joaquín era su vida, su luz. “Yo vivía para él”, decía entre llantos.


Maribel y Joaquín habían llegado hace poco menos de un mes a la Villa. Se habían tomado una casa que estaba vacía. Posteriormente la Gobernación les había autorizado quedarse allí.
Los vecinos cuentan que todo fue muy rápido, que no hubo posibilidad de salvarlos. Cuando llegaron los bomberos ya era tarde.
Nuestra Villa se ha vestido de luto… las calaminas guardan silencio, rodeando todavía los restos humeantes… las tórtolas acompañan a lo lejos con un extraño canto triste. Una vez más la pobreza se ha vestido de muerte.
Solo nos queda la esperanza en el Dios de la Vida que nos prometió un lugar en la casa del Padre. Que sea él quien los acoja y seque las lágrimas de los ojos de quienes se quedan aquí con un vacío infinito.

[El martes 24 de marzo el Servicio Médico Legal informó el hallazgo de pruebas que avalarían la tesis de femicidio de Maribel, homicidio de Joaquín y posterior suicidio de Alfonso. Por lo delicado de la investigación los cuerpos demorarán todavía algunas semanas en llegar]


P e u m a s

(Por Rafael Domínguez)

De izq. a der.: Francisca, Laura, Valentina, Romina e Inés
La  “experiencia Peumal” en Diego de Almagro es un año de servicio, tanto pastoral como social, que realizan jóvenes recién salidas de cuarto medio y que vienen de obras de nuestra Congregación.  Este año, la experiencia se realiza por primera vez en Diego de Almagro. Las jóvenes que participan de ella llegaron a nuestra ciudad el día 13 de marzo del presente año. Ellas son: Laura Jeanneret e Inés Canales (Colegio de los SS.CC. De Manquehue-Santiago), Francisca Infante (CPJ Cordillera-Santiago), Valentina Young (Colegio de los SS.CC. Valparaíso-Viña del Mar), y Romina Valiente (Merlo-Argentina). Conversamos un poquito con ellas -a pocos días de su llegada- para irlas conociendo algo más.

¿Qué las motivó a venir a Diego de Almagro a vivir la experiencia peumal?

Romina: A la hora de sentir que quería postular para ser peuma, sentí de verdad el llamado de Jesús, como algo serio, no porque sí no más. Me sentí llamada, y cuando fuí elegida fue sorprendente para mí. Creo que me da la oportunidad de soñar en grande y ser como una persona que quiere luchar por la justicia y por el pueblo.
Francisca: Nació en mí primero la idea porque vivía todos los días la motonía de estar  estudiando y dentro del sistema de tener que salir del colegio y entrar altiro a la universidad, para estar en algo que quizás no sentiría que era lo mejor para mí o que no me hacía sentido. Entonces, buscando qué podía hacer para sentirme bien con lo que estuviera haciendo, nació esta idea. Fue muy bakán, porque para mí tiene sentido hacerlo, y en el proceso fui pensando que sentía la necesidad de vivir la desigualdad y la injusticia de cerca, para comprenderla mejor, aunque me complicara que no pudiera hacer un cambio grande;  pero sí tenía que  compartir de alguna manera mis privilegios.
Inés: Yo había compartido con gente y amigos míos que habían hecho la experiencia en La Unión y en Argentina, y todos estaban felices y muy marcados por esta experiencia maravillosa; entonces me daba mucha curiosidad qué era eso maravilloso de lo que hablaban, y por ello me metí en el proceso. Al conocer más de lo que se trataba, le encontré mucho sentido al servir y el compartir que tiene esta experiencia, junto con el escapar de la rutina un año, para dedicarlo a los demás y  a nosotros mismos -que es algo que nos hace mucha falta-, y eso me llevó a seguir con el proceso hasta el final; es mi motivación más grande para estar acá. Quiero disfrutar y vivir el proceso que tengo por delante.

¿Cómo se han sentido en este primer tiempo que llevan en Diego de Almagro?

Valentina: Me he sentido tranquila, feliz, muy relajada, en paz; porque venía con toda la carga del año, y parar un rato y empezar a desconectarse lo encontré muy bueno; además el ambiente te lo otorga y me he sentido segura de mi decisión estos días, fue bueno lo que decidí en este proceso. Ha sido rico ver cómo nos saluda la gente, lo que hemos vivido como comunidad, etc.
Laura (Lali): Yo estaba muy ansiosa de partir. El verano se me hizo eterno, quería puro venirme. El estar acá fue salir de todo el caos de Santiago y venir a un lugar tan tranquilo, tanta paz; la gente nos recibió tan bien, todos alegres, se notaba que nos estaban esperando; todo eso me hizo sentir más segura de mi decisión de venir acá. Estoy ansiosa de hacer cosas aunque por ahora no se pueda. Estoy feliz y segura de mi decisión.

¿Qué es lo que esperan para este año?

Valentina: Espero mucho, pero tampoco presionando, porque un pequeño gesto puede ser mucho para nosotras. Siento que voy a formar lazos muy importantes acá. La gente nos ha recibido tan bien, y yo me encariño fácil con la gente y creo que me voy a encariñar mucho, y echaré mucho de menos acá.
Lali: Espero llevarme muchos recuerdos, aprendizajes. Establecer vínculos con muchas personas que espero, a la larga, duren, y no dejar toda esta enseñanza hasta acá no más; sino que hacerla florecer cuando termine este año peumal. Y cuando llegue a hacer lo que tenga que hacer, ponerlas en práctica.
Francisca: Yo espero llenar de amor y llenarme de amor. También hacer un real acompañamiento para la gente que necesita ser acompañada. Compartir mucho, aprovechar todas las instancias que vamos a tener y no perder la motivación y compromiso.
Romina: Yo espero entregar todo lo que tengo adentro en el corazón y fortalecer mi fe con otros y otras. Espero ver a Jesús en esa gente que necesita y dar alegría a los demás. Llevar el Evangelio a las personas.
Inés: Yo espero aprender mucho: sobre Jesús, en el compartir con la gente, etc.; y entregar mucho, lograr que otros aprendan de mí aunque sea muy poquitito y disfrutar en eso, compartiendo el aprendizaje.



Rostros: 

Rosana Choque

Mi nombre es Rosana del Rosario Choque Carreño, tengo 4 hijos: Rosana, Silvio, Víctor y Marcela; y 5 nietos. Vivo en la Villa de Emergencia, manzana 10, casa 6. Nací en Calama, pero a los seis meses me llevaron a Iquique. Tres de mis hijos nacieron en Iquique y otro en Copiapó. Viví en Iquique hasta como los 25 años, cuando salí a trabajar de temporera. Se había puesto malo el trabajo en Iquique.
Yo trabajaba en las pesqueras, en los frigoríficos, desconchando mariscos, fileteando pescado. En ese tiempo salió la Corriente del Niño y comenzó a haber mucha veda. El erizo comenzó a adelgazar. Empezaron a bajar las cuotas y yo trabajaba a trato. No me alcanzaba para criar a los niños (Rosana y Silvio). En ese tiempo había producción todos los días, siempre llegaban los barcos con mariscos. Mi trabajo era de noche: entraba a las 7 de la noche y salía a las 7 de la mañana. Me pagaban por kilo que hiciera. A veces me quedaba dos días y hasta tres trabajando sin parar. No dormía nada; me sostenía con pura Coca Cola y café. Me cambiaba de un local a otro. Era rápida para trabajar, así es que gané harta plata, pero después la producción bajó y tuve que salir a buscar trabajo afuera. Cuando trabajaba los niños se quedaban con mi mami.
Cuando comencé a trabajar de temporera en fundos al interior de Copiapó, iba a las amarras, las podas, las cosechas. También era trabajo a trato. Al inicio trabajaba directamente con los dueños de los fundos. Después se puso malo porque aparecieron los contratistas, que empezaron a pagar mal. Después llegaron los extranjeros y fue peor. Por eso tuve que salir de Copiapó a otras regiones: me iba a Vallenar, de ahí saltaba al Valle del Elqui. Luego más al Sur: Santiago, Rancagua, Curicó. Ahí terminaba trabajando y me devolvía para el norte. Era poco el tiempo que estaba con mis hijos y mis hijas. Trabajaba de octubre hasta fines de febrero. Llegaba a Iquique cuando los niños estaban entrando al Colegio. De ahí empezaba de nuevo la amarra, la poda en mayo. Así me la pasaba acompañando todo el ciclo de las parras. Entremedio nos daban libre una semana, dos semanas, y yo aprovechaba para ir a Iquique a ver a mis hijos. Yo era muy buena trabajadora, muy rápida, a pesar que tenía que andar siempre con un caballete por mi baja estatura.
En ese trabajo, en Copiapó, conocí al papá de mi hija menor, Marcela, en la época de la cosecha. Él era supervisor. De ahí nos fuimos a vivir a Tierra Amarilla. En ese tiempo mi hija mayor estaba embarazada. De ahí nos vinimos a Diego de Almagro porque se iba a instalar una planta minera. Él me dijo que aquí estaríamos mejor, con su familia. Cuando llegamos a la Villa Portal del Inca yo estaba embarazada de mi hija menor. Cuando ella cumplió ocho meses, recién vine a conocer a mi suegra. Fue una mala experiencia… nos cambió la vida.
Antes, yo había sido siempre una mujer muy independiente. Sola trabajé por mis niños. Cuando llegué a Copiapó la primera vez con mis hijos, no tenía cama. Nos vinimos de Iquique con un televisor chico a color y la pura ropa, y llegamos al Hogar de Cristo pidiendo un colchón. Yo arrendé una casa en una población muy complicada detrás del cementerio. No tenía cama, así es que compré madera. La persona que me atendió en la ferretería me dijo: “Te voy a dar la madera lijada… tú tienes que hacer así y así…” Y yo hice una cama de dos plazas. Ahí me tiré con todos los niños, porque las primeras noches dormíamos todos en el suelo; el Víctor estaba bebé todavía.
Mi madre, Elsa, es de Chuquicamata. Mi abuela la echó de la casa cuando tenía como 14 años. Mi papá, Raúl Choque (le decían "el Indio Choque"), es calameño, campeón mundial de caza submarina el año 1971. Nadie pensaría que aprendió a nadar en el río Loa. Del primer matrimonio de mi papá tengo dos hermanos. Cuando tenía como 6 meses nos trasladamos a Iquique, mi mamá, mi papá y yo. Ella tenía como 18 años y él 28. Somos cuatro los hijos de padre y madre, pero solo yo llevo el apellido de mi padre. Cuando mi papá salió campeón mundial, yo tenía como 3 o 4 años. Me acuerdo cuando le entregaron el premio: me compraron un trajecito rojo para acompañarlo. Él tenía varios trofeos. Vivíamos frente al mercado, donde ahora hay una feria. Antes era el Hotel Romero. Vivíamos en el Hotel porque él tenía plata.
Lamentablemente tuvimos varias situaciones de violencia. Él le pegaba a mi madre y a nosotros. Llegaba cura’o, porque era famoso. Mi madre lo dejó. Ahí tuvimos que vivir de allegadas hasta que nos entregaron el departamento en Las Dunas 1. Anduvimos dando bote varios años con mi mami.
Después, ella conoció al papá de mis otros tres hermanos… fue peor: él también se portó mal. Había estado preso en Pisagua. Tomaba sus tragos y se trastornaba, se volvía loco, se sacaba la ropa, perseguía a mis hermanos, trataba de pegarles. Como soy la mayor me acuerdo de todas las cosas. Él trabajaba como bodeguero en un supermercado, y cuando recibía el pago a fin de mes se tomaba toda la plata. Entonces, quedábamos en cero de nuevo. En ese tiempo vivíamos de lo que nos daba Cáritas. Mi mamá trabajaba en el empleo mínimo y me tuvo que inscribir a mí también. Yo trabajaba con ella barriendo las calles. En la mañana trabajaba y en la tarde iba al liceo. Teníamos que mantener a mis hermanos. Tuve que ayudar a criarlos desde que era chica.
 A mi padre no lo vi más. Traté de pedirle ayuda cuando tenía como 14 años, iba en el liceo Politécnico y necesitaba zapatos. Yo ella pollita, chiquitita, le tenía miedo a todo. Cuando fui a su casa, me salió la mujer que él tenía. No me insultó, pero me trató mal. Él dijo: “No le haga caso hija, venga a buscar los zapatos”. De ahí ya no volví nunca más. Dicen que está bien, que todavía juega a la pelota. Tuvo harta plata ese hombre. Pero perdió todo. Hace años mi mamá me contó que, buceando en Pisagua, él había visto mucha gente muerta, encadenados. Eso lo traumaba. Él estuvo a punto de que se lo llevaran preso y Samuel Rodríguez, que era como su mentor, interfirió para que no le pasara nada. Cuando fue el mundial, mi papá estaba como en la banca, no era del equipo titular. Pero faltó uno y Samuel Rodríguez puso a mi papá en el equipo. ¡Y salió campeón del mundo! Yo salí buena para nadar. Mi hijo me decía el otro día que aguanta como 40 segundos sin respirar, yo le contaba que antes duraba como dos minutos. Nadaba de Cavancha al Saladero, me tiraba del muelle con mis hermanos. Me gustaba nadar a la balsa, y por las cuerdas con las que estaban ancladas me sumergía hasta llegar al fondo.
A pesar de que éramos muy humildes y pasamos mucha necesidad, tratamos de pasar bien la infancia, entre nosotros nos entreteníamos con lo que había no más.

¿Y la experiencia con la Iglesia?
Yo vivía en la Villa Portal del Inca muy encerrada, entre la casa y el hospital, porque la Marcelita hasta los 4 años tenía una bronquitis obstructiva recurrente. Yo vivía entre el hospital de Diego de Almagro y el broncopulmonar en Copiapó. Estuve así hasta que la Marcela se estabilizó como a los cuatro años. Por eso no conocía a nadie. Y como me fue tan mal en la casa de mi suegra, decidí que mi vida tenía que cambiar, así es que me tomé un terreno y me hice una casa. Yo quería que los niños participaran en la Iglesia. En esa época estaba a cargo del grupo de confirmación la tía Paola Mondaca, que era profesora de religión del Víctor. Así empecé a integrarlos a ellos. En ese momento yo no era bautizada, y tenía entendido que, por esa razón, mis hijos no podían ser bautizados. Por eso yo no me acercaba. Marcela quedó en la catequesis de primera comunión y Victor quedó en la confirmación. Ahí me fui quedando. Al inicio traté de meter a Víctor y Marcela, primero en el baile Mixto y, luego, en la Diablada, pero no nos resultó. Hasta que le preguntamos a Marcela Cabrera del baile Caporales que nos acogió altiro. Primero entraron Víctor y Marcela, y después se integró toda la familia, también los nietos de Calama. Antes participábamos en todas las fiestas con los niños. Ahora nos sale muy pesado porque hay que pagarle pasaje a cada uno para que vengan.
Ashley, nieta de Rosana

Y ¿desde cuándo toca los platillos en la banda del baile Caporales?
El segundo año desde ingreso al baile, fuimos a la fiesta de San Pedro en Chañaral y la Danieska tocaba sola los platillos. Entonces, Marcela me dice: “Rosana, ya poh, toca”. Yo respondí: “Si no sé”…  y me insistió tanto que me animé, y me fui toda la procesión tocando. ¡Nunca lo había hecho antes! Quedé muy cansada porque la procesión fue muy larga. ¡Parecía monito tocando! Yo estaba nerviosa… sentía que toda la gente me estaba mirando.

¿Qué es lo que más le gusta de estar en los bailes?
Cuando nos toca juntarnos. Por ejemplo, cuando estamos en la Fiesta de La Candelaria en Copiapó. Estamos como familia, unidos. Cuando nos habla Marcela… me gusta escucharla. Ella es muy habilosa: nos habla del Señor, nos enseña tan bien. Me gusta cuando están todos atentos… el respeto que le tienen a ella. Yo le digo “Tía” y ella me dice “Te pasaste…”, porque yo soy mayor que ella. Me gusta el compartir con todos, que estemos en armonía. Me gusta cuando hacemos la formación pastoral. Nos reímos mucho con ella: cuando nos decimos las verdades. Se pasa bien. No es por carretear juntos, sino por compartir. Me gusta cuando hacemos la “mesa de té club”.

¿Cuándo comenzó a confeccionar los trajes para el baile?
Altiro, cuando entraron los niños. Al inicio no teníamos la tela “piel de sirena” con la que se hacen los trajes. La conseguimos en Iquique, a través de mi mami. Yo saqué el modelo como pude. No sabía coser. Los hice a mi manera y me salieron bien. Al año siguiente volví a hacer otros trajes. Ahora estoy bordando un dragón con puras lentejuelas. Mi hija compró unos dragones en Tacna y nos dijeron que había que plancharlos y quedaban pegados. Yo lo hice: quedaron pegados, pero el brillo se puso opaco. Perdimos como ocho dragones.
Un traje comprado en Tacna por docena cuesta como 70 mil pesos (el precio normal es sobre 100 mil pesos). Mi hija me dijo: “Mamá, ¿cómo no vamos a poder juntar esa plata?”. Pero con todo lo que está pasando está muy difícil. Los que yo hago me salen como por 30 o 40 mil pesos. Me ahorro la mano de obra. Nosotros hacemos todo, también los sombreros y las botas. Mi nieta Ashley me ayuda, sobre todo con los adornos. Es muy habilosa.

¿Cómo llegó a La Villa de Emergencia?
Yo era secretaria de la toma de la Villa 17 de agosto. Cuando fue el aluvión nos entró el agua. Habíamos hecho nuestra casa en un lugar que era parte de una quebrada. Hace años que no bajaba el agua, así es que parecía un lugar seguro. Nosotros fuimos los primeros afectados. Fue después que se salió el río. Cuando me avisaron que estaba entrando el agua estaba el papá de Marcela. Él es asmático así es que se puso muy mal y no pudo ayudarnos. Una vecina nos ayudó: nos mandó a su marido y a su hijo. Sin su ayuda se nos hubiera metido el agua por dentro de la casa. Comparado con el daño que sufrieron otros, que lo perdieron todo, lo mío no fue mucho.

En esos días hubo un robo en el supermercado Favorito que quedaba cerca. Por esa razón las autoridades miraban mal a todos los que vivíamos por ahí. Nos postergaron. Estábamos desesperados porque era fin de mes (25 de marzo) y no teníamos plata. Necesitábamos aunque fuera 1 kilo de arroz, 1 kilo de azúcar. Los de la toma íbamos a pedir y no nos pescaban porque, supuestamente, habíamos sido parte del robo del Favorito. Ahí yo fui a conversar, insistí, me metí, hasta que tuvimos una conversación en la que logramos que las autoridades nos escucharan. Me dijeron: “Ya, tráeme la lista de las personas”, y así empezamos de a poquito. Era para pasar los días: los pañales, la leche. Después, nos autorizaron para sacar lo que quedaba del Favorito y yo vi como la gente sacaba tragos, tinturas para el pelo. Yo no entendía… si la idea era sacar cosas para comer, para alimentar a tus hijos. Una vez encaré a las señoras de la Toma: “Las cosas no se consiguen así”.
Para la etapa de reconstrucción se habían pedido mil casas y entregaron solo doscientas. En la primera partida de cuarenta casas, me ofrecieron una a mí sola con mis hijos. Un día llegué a la Municipalidad acompañada de otras tres dirigentes, me llevaron aparte y me dijeron que aceptara el ofrecimiento, que pensara en los niños. Yo les dije que no, porque yo representaba a varias familias. ¡Hubiese sido una deslealtad tan grande para las personas que confiaron en mí! Yo les dije: “Me voy con la gente o no nos vamos”. Peleamos harto, pero al final nos fuimos como 30 familias que éramos de las tomas.

¿Cuándo comenzó con el almacén?
Como el 2016. Antes había trabajado como un año y medio en el Correo, pero me retiré. El año del aluvión tenía que ir a dejar cartas a lugares llenos de barro. Yo conocía a casi todas las señoras; cuando les llevaba cartas me ponía a conversar con ellas que estaban muy mal. Y, de repente, no las encontraba más y nadie me sabía decir qué les había pasado. Todo eso me fue tensionando mucho. Ahí dije: “No quiero más”, “no quiero caminar más”. Ahí me decidí a abrir el negocio. Empecé de a poquitito, porque mi negocio antes era chiquitito. Con eso vivo. Ahora casi tengo que empezar de cero, porque he ocupado toda la plata para muchas cosas. Tengo que volver a trabajar, trabajar, trabajar. Ahora está medio complicada la cosa.



3 comentarios:

  1. Rosana Choque, fortaleza de mujer!!!
    Bonito relato !!!

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  2. Cuerda hija que tú tú cam siga lleno de alegría y bondad

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  3. Creo que soy la mujer más bendecida x la mamá que me tocó, creo que ya se de donde saque toda la fuerza que tengo para estar con mis hijos. Me siento muy orgullosa de ser tu hija y siempre estaré con la frente bien alta al ver todo loq haces a diario x tus hijos y tus nietos , creo que la mejor forma de unir más a tu familia fue ser partícipe de ese hermoso baile , ya se arreglará todo y podremos viajar a todas las fiestas y poder danzar para nuestra Madre.
    Te amooo Mamá 😘👏👏

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