miércoles, 25 de marzo de 2020

La vida en tiempos de pandemia


Un año más del Blog Atacama


Con alegría retomamos el hilo del Blog Atacama, con el número 39. Este espacio quiere ser un lugar de encuentro en el que les vayamos contando lo más significativo de nuestra vida. De alguna forma queremos acortar las enormes distancias de nuestra comunidad de Atacama con las diferentes obras de la Congregación, con nuestras familias y con otros amigos y amigas que se interesan por aquello que hacemos en estas tierras.
Gabriel
Sin duda que estamos en un tiempo extraño en el que el tiempo parece suspendido, en el que las actividades todavía no comienzan -para ser exactos, comenzaron y se paralizaron-, en que debemos estar distantes, encerrados, para no contagiarnos. Pero todo tiempo puede ser propicio para la acción de Dios. Y, así como las aguas y los cielos se han aclarado con la calma del mundo, así podría también aclararse nuestra vida: limpiarse, renovarse, serenarse. Los tiempos de quietud pueden ser tiempos profundos, de afianzamiento, de maduración, de cambio.
Alex
Nuestra comunidad está renovada. En efecto, despedimos en diciembre a nuestro hermano Claudio Carrasco y recibimos a Rafael Domínguez. Por tanto, la comunidad de Atacama está formada este año 2020 por Gabriel Horn, Alex Vigueras, Rafael Domínguez y Alberto Gaitán que nos acompañará hasta julio de 2020.
Hay que decir que Alberto está muy contento: nunca pensó que viviría con auténticos "padres del desierto".

Y la gran novedad de este inicio de año ha sido la instalación en Diego de Almagro de una comunidad de Peumas, jóvenes recién egresadas de enseñanza media que han participado en nuestras obras y que han querido dedicar un año de sus vidas al servicio misionero. Agradecemos a Dios por tan bello regalo. Ellas tendrán en cada blog un espacio en el que nos irán contando sus experiencias.

Rafael
Alberto




La fiesta de La Candelaria



Del jueves 30 de enero al lunes 3 de febrero participamos en la fiesta de La Candelaria que se realiza cada año en Copiapó. Esta vez teníamos dudas de si se realizaría la fiesta, por todas la situación generada por el estallido social. Afortunadamente la devoción y la fe pudo más que el miedo y la fiesta pudo realizarse sin inconvenientes.
De nuestra parroquia participaron 5 bailes: el Baile Mixto nº 1, Virgen de los Dolores; los Comanches, Guardianes de la Virgen del Carmen; los Caporales de la Virgen del Carmen; los Comanches Guardianes de la Tirana Chica y la Morenada Virgen de Fátima.

El lema de este año fue: 

“María, enséñanos a ser una Iglesia que cuida la dignidad de cada persona”

Nuestro Hermano Alberto Gaitán tuvo la oportunidad de participar como músico del baile “Comanches, Guardianes de la Tirana Chica”, tocando el bombo. Aprovechamos este blog para que nos cuente algo de esa experiencia.

¿Qué fue lo más novedoso de esta experiencia?
Lo más novedoso para mí fue que uno entra en la fiesta, así como la gente la vive: desde lo que son sus alegrías, sus preocupaciones. 
Un momento muy especial fue cuando le pidieron al baile acompañar a la Virgen desde la capillita hasta el santuario. Fue un momento de mucha alegría, después de haber estado cinco años sin participar en la fiesta.
Durante la fiesta se viven muchas preocupaciones: algunos desmayos, alguna pelea, algunos problemas en la despedida. Sin embargo, el participar de todo eso es bonito. Uno conoce la realidad de los bailes religiosos que es compleja, que trae tensiones, que implica mucho trabajo. Una realidad en la que el liderazgo es muy importante. Se descubren también las alegrías que ellos viven.
Me gustó mucho vivir todo esto con ellos porque le descubrí más sentido a este modo de vivir la fe. Lo que más se asemeja en España son las Cofradías. Yo he participado en ellas, pero no entendía tanto como entiendo ahora. Con las cofradías yo pensaba: ¿por qué no van todos los domingos a misa?, ¿por qué no se comprometen más con la parroquia? Pero, eso de prepararse todo un año para expresar su fe en un momento, a través de ritos muy cuidados. Ellos me fueron introduciendo en eso… fue muy bonito: me presentaron a la Virgen, me pusieron la polera, me explicaron lo que eran las mandas. Al principio yo no comprendía el sentido que tiene la polera. Por ejemplo, cuando están con la polera del baile no pueden tomar, ni decir garabatos. Es algo que respetan mucho. En ese momento sentí que me decían: queremos que participes del baile, que seas un miembro más. Y el hecho de hacer esa presentación ante la Virgen le da una solemnidad especial. Fue significativo el abrazo de Juan (caporal del baile), el del jefe de los músicos.
Rito de presentación. Saludo a la imagen de La Candelaria

¿Dónde crees que radica la fuerza de esta expresión de fe?
Es una experiencia que se conecta mucho con la tradición, con lo cultural. Es bonito como la gente ha rescatado los bailes como algo tradicional, como algo cultural propio de aquí. Eso tiene mucha fuerza. De algún modo, todos necesitamos experiencias fuertes que vayan alimentando nuestra fe. En La Candelaria se da eso: por el modo de expresión, por concentrar algo tan intenso en un periodo corto de tiempo, por la preparación que significa, por el compartir…

¿Y cómo viviste el cansancio?
Lo asemejo mucho a la experiencia pastoral, cuando haces muchas cosas y quedas con un cansancio, pero con sentido. Es un cansancio que se ofrece a la Virgen y eso le da sentido.

¿Cómo viviste tu relación con los otros músicos?

Fue una relación buena. Mucha gente que participa no es gente de la comunidad eclesial. Eso es bonito. Uno encuentra los valores del evangelio también en gente que no es cristiana, o que no creen en Dios. Yo me propuse salir con ellos, estar con ellos. Fue bonito encontrarnos a pesar de ser tan distintos.


Escuela de formación en pastoral juvenil
(Por Alberto Gaitán)

Aprovechando el comienzo de año, tiempo en el que todavía nuestras agendas no están tan llenas de actividades, y con el deseo de cuidar y acompañar bien a otros desde la pastoral, se realizó un encuentro de formación para asesores de Pastoral Juvenil ss.cc., los días 13, 14 y 15 de marzo en Santiago, en el colegio Sagrados Corazones de Manquehue.
En este encuentro participaron asesores de Santiago, Concepción, Valparaíso, Viña del Mar y Diego de Almagro. Además del tiempo destinado a la formación, mediante talleres y charlas, también hubo tiempo para conocernos, compartir experiencias y seguir aunándonos en el carisma de los Sagrados Corazones y en el sentirnos parte de la Iglesia.
Los participantes provenientes de las parroquias ss.cc.
Los jóvenes de Diego de Almagro que participaron nos cuentan qué significó para ellos esta experiencia.

Zaida: “El encuentro en sí fue muy lindo. Se notó mucho lo que es la dedicación y el tiempo que dedicaron a prepararlo. Es difícil decidir qué fue lo que más me gustó, pero creo que el momento de la oración y la relajación con masajes. Estas fueron las cosas que más me gustaron, ya que eran momentos más relajados. Obviamente, me quedaría con los talleres que hicimos, porque cada uno de los talleres presentó cosas importantes que se deben tomar en cuenta y que nos ayudan al momento de ser asesor.”

María Paz: “Primeramente, quería dar las gracias por darme la oportunidad de participar por segundo año en esta escuela. Fue una experiencia muy conmovedora y satisfactoria, por el hecho de que nos hicieron comprender la importancia de un asesor en la vida del joven, tanto en el ámbito físico como emocional, y cómo nos expresamos hacia ellos. También nos enseñaron a tener un liderazgo efectivo mediante 5 habilidades críticas de la inteligencia, cosas de las que no tenía ni idea. Para liderar hay que comprender al otro y no solo dirigirlo. También nos dieron tips de cómo ayudar al joven cuando es enfrentado por alguna situación delicada. Por ejemplo, el trastorno emocional: si alguien se quiere suicidar y te lo confesó, lo que primero uno tiene que hacer es informar a sus padres y, luego, sus padres deberían llevarlo a un experto. Pero uno tiene que estar siempre apoyando. También fue muy emocionante escuchar relatos de otros jóvenes asesores, anécdotas que han vivido durante su camino como asesor. Hubo relatos muy tristes y otros muy llenadores. Sin duda, fue una linda experiencia y con personas muy simpáticas y agradables.”

María Esperanza: “Antes de todo, quiero dar las gracias por darme la oportunidad de esta nueva experiencia que he vivido, que me gustó mucho y que me ayudará en un futuro con los niños. Comenzaré contando mi experiencia el primer día. La persona que nos dio el primer taller fue alguien que me agradó mucho. Hizo un muy buen trabajo al poder enseñarnos como aprender a liderar y también al enseñarnos sobre los dominios primarios de la experiencia humana a través de actividades más didácticas. El segundo día nos tocó el taller sobre trastorno emocional, y vimos cómo saber lo que le ocurre a los jóvenes con los que trabajamos en confirmación, pastoral juvenil. Fue un tema muy importante por lo que está sucediendo hoy con los adolescentes y niños, ya que te puedes dar cuenta de la situación por la que están pasando y ayudarlos a tiempo. Vimos cómo acompañar a niños y niñas con depresión, ansiedad o si está teniendo algún tipo de abuso. El tercer taller se trató básicamente de lo mismo que el del segundo día, solo que profundizaron más en el tema. Esto fue todo lo vivido. Muy linda la experiencia.”

Nicolás: “La experiencia del encuentro fue muy agradable y de mucho aprendizaje. Se notó una gran dedicación para que se pudiera lograr. Los talleres eran muy interesantes y acordes para la formación de un asesor, y con momentos muy gratos en las noches, como lo fue la actividad de relajación y la oración, además de poder compartir experiencias con las demás personas que, hasta entonces, eran totalmente desconocidas.”

Matías: “Fue una grata experiencia ir a la escuela de formación SS.CC. Fue bastante entretenido, conocimos harta gente y la pasamos bien. Estuvo bien organizado y muy bueno todo.”

Todos los participantes

Incendio en la Villa Emergencia

La madrugada del viernes 20 de marzo, un escalofrío recorrió las calles de nuestra Villa de Emergencia. A causa del incendio de una de las casas fallecieron Joaquín de 8 años, Maribel, su madre y Alfonso, su pareja.
Entre los carros de bomberos y las patrullas de carabineros se escuchaba un llanto desgarrador. Era la madre de Maribel que estaba desconsolada. Su esposo y otras personas de la familia intentaban consolarla. ¿Pero cómo se puede consolar un dolor así? Joaquín era su vida, su luz. “Yo vivía para él”, decía entre llantos.


Maribel y Joaquín habían llegado hace poco menos de un mes a la Villa. Se habían tomado una casa que estaba vacía. Posteriormente la Gobernación les había autorizado quedarse allí.
Los vecinos cuentan que todo fue muy rápido, que no hubo posibilidad de salvarlos. Cuando llegaron los bomberos ya era tarde.
Nuestra Villa se ha vestido de luto… las calaminas guardan silencio, rodeando todavía los restos humeantes… las tórtolas acompañan a lo lejos con un extraño canto triste. Una vez más la pobreza se ha vestido de muerte.
Solo nos queda la esperanza en el Dios de la Vida que nos prometió un lugar en la casa del Padre. Que sea él quien los acoja y seque las lágrimas de los ojos de quienes se quedan aquí con un vacío infinito.

[El martes 24 de marzo el Servicio Médico Legal informó el hallazgo de pruebas que avalarían la tesis de femicidio de Maribel, homicidio de Joaquín y posterior suicidio de Alfonso. Por lo delicado de la investigación los cuerpos demorarán todavía algunas semanas en llegar]


P e u m a s

(Por Rafael Domínguez)

De izq. a der.: Francisca, Laura, Valentina, Romina e Inés
La  “experiencia Peumal” en Diego de Almagro es un año de servicio, tanto pastoral como social, que realizan jóvenes recién salidas de cuarto medio y que vienen de obras de nuestra Congregación.  Este año, la experiencia se realiza por primera vez en Diego de Almagro. Las jóvenes que participan de ella llegaron a nuestra ciudad el día 13 de marzo del presente año. Ellas son: Laura Jeanneret e Inés Canales (Colegio de los SS.CC. De Manquehue-Santiago), Francisca Infante (CPJ Cordillera-Santiago), Valentina Young (Colegio de los SS.CC. Valparaíso-Viña del Mar), y Romina Valiente (Merlo-Argentina). Conversamos un poquito con ellas -a pocos días de su llegada- para irlas conociendo algo más.

¿Qué las motivó a venir a Diego de Almagro a vivir la experiencia peumal?

Romina: A la hora de sentir que quería postular para ser peuma, sentí de verdad el llamado de Jesús, como algo serio, no porque sí no más. Me sentí llamada, y cuando fuí elegida fue sorprendente para mí. Creo que me da la oportunidad de soñar en grande y ser como una persona que quiere luchar por la justicia y por el pueblo.
Francisca: Nació en mí primero la idea porque vivía todos los días la motonía de estar  estudiando y dentro del sistema de tener que salir del colegio y entrar altiro a la universidad, para estar en algo que quizás no sentiría que era lo mejor para mí o que no me hacía sentido. Entonces, buscando qué podía hacer para sentirme bien con lo que estuviera haciendo, nació esta idea. Fue muy bakán, porque para mí tiene sentido hacerlo, y en el proceso fui pensando que sentía la necesidad de vivir la desigualdad y la injusticia de cerca, para comprenderla mejor, aunque me complicara que no pudiera hacer un cambio grande;  pero sí tenía que  compartir de alguna manera mis privilegios.
Inés: Yo había compartido con gente y amigos míos que habían hecho la experiencia en La Unión y en Argentina, y todos estaban felices y muy marcados por esta experiencia maravillosa; entonces me daba mucha curiosidad qué era eso maravilloso de lo que hablaban, y por ello me metí en el proceso. Al conocer más de lo que se trataba, le encontré mucho sentido al servir y el compartir que tiene esta experiencia, junto con el escapar de la rutina un año, para dedicarlo a los demás y  a nosotros mismos -que es algo que nos hace mucha falta-, y eso me llevó a seguir con el proceso hasta el final; es mi motivación más grande para estar acá. Quiero disfrutar y vivir el proceso que tengo por delante.

¿Cómo se han sentido en este primer tiempo que llevan en Diego de Almagro?

Valentina: Me he sentido tranquila, feliz, muy relajada, en paz; porque venía con toda la carga del año, y parar un rato y empezar a desconectarse lo encontré muy bueno; además el ambiente te lo otorga y me he sentido segura de mi decisión estos días, fue bueno lo que decidí en este proceso. Ha sido rico ver cómo nos saluda la gente, lo que hemos vivido como comunidad, etc.
Laura (Lali): Yo estaba muy ansiosa de partir. El verano se me hizo eterno, quería puro venirme. El estar acá fue salir de todo el caos de Santiago y venir a un lugar tan tranquilo, tanta paz; la gente nos recibió tan bien, todos alegres, se notaba que nos estaban esperando; todo eso me hizo sentir más segura de mi decisión de venir acá. Estoy ansiosa de hacer cosas aunque por ahora no se pueda. Estoy feliz y segura de mi decisión.

¿Qué es lo que esperan para este año?

Valentina: Espero mucho, pero tampoco presionando, porque un pequeño gesto puede ser mucho para nosotras. Siento que voy a formar lazos muy importantes acá. La gente nos ha recibido tan bien, y yo me encariño fácil con la gente y creo que me voy a encariñar mucho, y echaré mucho de menos acá.
Lali: Espero llevarme muchos recuerdos, aprendizajes. Establecer vínculos con muchas personas que espero, a la larga, duren, y no dejar toda esta enseñanza hasta acá no más; sino que hacerla florecer cuando termine este año peumal. Y cuando llegue a hacer lo que tenga que hacer, ponerlas en práctica.
Francisca: Yo espero llenar de amor y llenarme de amor. También hacer un real acompañamiento para la gente que necesita ser acompañada. Compartir mucho, aprovechar todas las instancias que vamos a tener y no perder la motivación y compromiso.
Romina: Yo espero entregar todo lo que tengo adentro en el corazón y fortalecer mi fe con otros y otras. Espero ver a Jesús en esa gente que necesita y dar alegría a los demás. Llevar el Evangelio a las personas.
Inés: Yo espero aprender mucho: sobre Jesús, en el compartir con la gente, etc.; y entregar mucho, lograr que otros aprendan de mí aunque sea muy poquitito y disfrutar en eso, compartiendo el aprendizaje.



Rostros: 

Rosana Choque

Mi nombre es Rosana del Rosario Choque Carreño, tengo 4 hijos: Rosana, Silvio, Víctor y Marcela; y 5 nietos. Vivo en la Villa de Emergencia, manzana 10, casa 6. Nací en Calama, pero a los seis meses me llevaron a Iquique. Tres de mis hijos nacieron en Iquique y otro en Copiapó. Viví en Iquique hasta como los 25 años, cuando salí a trabajar de temporera. Se había puesto malo el trabajo en Iquique.
Yo trabajaba en las pesqueras, en los frigoríficos, desconchando mariscos, fileteando pescado. En ese tiempo salió la Corriente del Niño y comenzó a haber mucha veda. El erizo comenzó a adelgazar. Empezaron a bajar las cuotas y yo trabajaba a trato. No me alcanzaba para criar a los niños (Rosana y Silvio). En ese tiempo había producción todos los días, siempre llegaban los barcos con mariscos. Mi trabajo era de noche: entraba a las 7 de la noche y salía a las 7 de la mañana. Me pagaban por kilo que hiciera. A veces me quedaba dos días y hasta tres trabajando sin parar. No dormía nada; me sostenía con pura Coca Cola y café. Me cambiaba de un local a otro. Era rápida para trabajar, así es que gané harta plata, pero después la producción bajó y tuve que salir a buscar trabajo afuera. Cuando trabajaba los niños se quedaban con mi mami.
Cuando comencé a trabajar de temporera en fundos al interior de Copiapó, iba a las amarras, las podas, las cosechas. También era trabajo a trato. Al inicio trabajaba directamente con los dueños de los fundos. Después se puso malo porque aparecieron los contratistas, que empezaron a pagar mal. Después llegaron los extranjeros y fue peor. Por eso tuve que salir de Copiapó a otras regiones: me iba a Vallenar, de ahí saltaba al Valle del Elqui. Luego más al Sur: Santiago, Rancagua, Curicó. Ahí terminaba trabajando y me devolvía para el norte. Era poco el tiempo que estaba con mis hijos y mis hijas. Trabajaba de octubre hasta fines de febrero. Llegaba a Iquique cuando los niños estaban entrando al Colegio. De ahí empezaba de nuevo la amarra, la poda en mayo. Así me la pasaba acompañando todo el ciclo de las parras. Entremedio nos daban libre una semana, dos semanas, y yo aprovechaba para ir a Iquique a ver a mis hijos. Yo era muy buena trabajadora, muy rápida, a pesar que tenía que andar siempre con un caballete por mi baja estatura.
En ese trabajo, en Copiapó, conocí al papá de mi hija menor, Marcela, en la época de la cosecha. Él era supervisor. De ahí nos fuimos a vivir a Tierra Amarilla. En ese tiempo mi hija mayor estaba embarazada. De ahí nos vinimos a Diego de Almagro porque se iba a instalar una planta minera. Él me dijo que aquí estaríamos mejor, con su familia. Cuando llegamos a la Villa Portal del Inca yo estaba embarazada de mi hija menor. Cuando ella cumplió ocho meses, recién vine a conocer a mi suegra. Fue una mala experiencia… nos cambió la vida.
Antes, yo había sido siempre una mujer muy independiente. Sola trabajé por mis niños. Cuando llegué a Copiapó la primera vez con mis hijos, no tenía cama. Nos vinimos de Iquique con un televisor chico a color y la pura ropa, y llegamos al Hogar de Cristo pidiendo un colchón. Yo arrendé una casa en una población muy complicada detrás del cementerio. No tenía cama, así es que compré madera. La persona que me atendió en la ferretería me dijo: “Te voy a dar la madera lijada… tú tienes que hacer así y así…” Y yo hice una cama de dos plazas. Ahí me tiré con todos los niños, porque las primeras noches dormíamos todos en el suelo; el Víctor estaba bebé todavía.
Mi madre, Elsa, es de Chuquicamata. Mi abuela la echó de la casa cuando tenía como 14 años. Mi papá, Raúl Choque (le decían "el Indio Choque"), es calameño, campeón mundial de caza submarina el año 1971. Nadie pensaría que aprendió a nadar en el río Loa. Del primer matrimonio de mi papá tengo dos hermanos. Cuando tenía como 6 meses nos trasladamos a Iquique, mi mamá, mi papá y yo. Ella tenía como 18 años y él 28. Somos cuatro los hijos de padre y madre, pero solo yo llevo el apellido de mi padre. Cuando mi papá salió campeón mundial, yo tenía como 3 o 4 años. Me acuerdo cuando le entregaron el premio: me compraron un trajecito rojo para acompañarlo. Él tenía varios trofeos. Vivíamos frente al mercado, donde ahora hay una feria. Antes era el Hotel Romero. Vivíamos en el Hotel porque él tenía plata.
Lamentablemente tuvimos varias situaciones de violencia. Él le pegaba a mi madre y a nosotros. Llegaba cura’o, porque era famoso. Mi madre lo dejó. Ahí tuvimos que vivir de allegadas hasta que nos entregaron el departamento en Las Dunas 1. Anduvimos dando bote varios años con mi mami.
Después, ella conoció al papá de mis otros tres hermanos… fue peor: él también se portó mal. Había estado preso en Pisagua. Tomaba sus tragos y se trastornaba, se volvía loco, se sacaba la ropa, perseguía a mis hermanos, trataba de pegarles. Como soy la mayor me acuerdo de todas las cosas. Él trabajaba como bodeguero en un supermercado, y cuando recibía el pago a fin de mes se tomaba toda la plata. Entonces, quedábamos en cero de nuevo. En ese tiempo vivíamos de lo que nos daba Cáritas. Mi mamá trabajaba en el empleo mínimo y me tuvo que inscribir a mí también. Yo trabajaba con ella barriendo las calles. En la mañana trabajaba y en la tarde iba al liceo. Teníamos que mantener a mis hermanos. Tuve que ayudar a criarlos desde que era chica.
 A mi padre no lo vi más. Traté de pedirle ayuda cuando tenía como 14 años, iba en el liceo Politécnico y necesitaba zapatos. Yo ella pollita, chiquitita, le tenía miedo a todo. Cuando fui a su casa, me salió la mujer que él tenía. No me insultó, pero me trató mal. Él dijo: “No le haga caso hija, venga a buscar los zapatos”. De ahí ya no volví nunca más. Dicen que está bien, que todavía juega a la pelota. Tuvo harta plata ese hombre. Pero perdió todo. Hace años mi mamá me contó que, buceando en Pisagua, él había visto mucha gente muerta, encadenados. Eso lo traumaba. Él estuvo a punto de que se lo llevaran preso y Samuel Rodríguez, que era como su mentor, interfirió para que no le pasara nada. Cuando fue el mundial, mi papá estaba como en la banca, no era del equipo titular. Pero faltó uno y Samuel Rodríguez puso a mi papá en el equipo. ¡Y salió campeón del mundo! Yo salí buena para nadar. Mi hijo me decía el otro día que aguanta como 40 segundos sin respirar, yo le contaba que antes duraba como dos minutos. Nadaba de Cavancha al Saladero, me tiraba del muelle con mis hermanos. Me gustaba nadar a la balsa, y por las cuerdas con las que estaban ancladas me sumergía hasta llegar al fondo.
A pesar de que éramos muy humildes y pasamos mucha necesidad, tratamos de pasar bien la infancia, entre nosotros nos entreteníamos con lo que había no más.

¿Y la experiencia con la Iglesia?
Yo vivía en la Villa Portal del Inca muy encerrada, entre la casa y el hospital, porque la Marcelita hasta los 4 años tenía una bronquitis obstructiva recurrente. Yo vivía entre el hospital de Diego de Almagro y el broncopulmonar en Copiapó. Estuve así hasta que la Marcela se estabilizó como a los cuatro años. Por eso no conocía a nadie. Y como me fue tan mal en la casa de mi suegra, decidí que mi vida tenía que cambiar, así es que me tomé un terreno y me hice una casa. Yo quería que los niños participaran en la Iglesia. En esa época estaba a cargo del grupo de confirmación la tía Paola Mondaca, que era profesora de religión del Víctor. Así empecé a integrarlos a ellos. En ese momento yo no era bautizada, y tenía entendido que, por esa razón, mis hijos no podían ser bautizados. Por eso yo no me acercaba. Marcela quedó en la catequesis de primera comunión y Victor quedó en la confirmación. Ahí me fui quedando. Al inicio traté de meter a Víctor y Marcela, primero en el baile Mixto y, luego, en la Diablada, pero no nos resultó. Hasta que le preguntamos a Marcela Cabrera del baile Caporales que nos acogió altiro. Primero entraron Víctor y Marcela, y después se integró toda la familia, también los nietos de Calama. Antes participábamos en todas las fiestas con los niños. Ahora nos sale muy pesado porque hay que pagarle pasaje a cada uno para que vengan.
Ashley, nieta de Rosana

Y ¿desde cuándo toca los platillos en la banda del baile Caporales?
El segundo año desde ingreso al baile, fuimos a la fiesta de San Pedro en Chañaral y la Danieska tocaba sola los platillos. Entonces, Marcela me dice: “Rosana, ya poh, toca”. Yo respondí: “Si no sé”…  y me insistió tanto que me animé, y me fui toda la procesión tocando. ¡Nunca lo había hecho antes! Quedé muy cansada porque la procesión fue muy larga. ¡Parecía monito tocando! Yo estaba nerviosa… sentía que toda la gente me estaba mirando.

¿Qué es lo que más le gusta de estar en los bailes?
Cuando nos toca juntarnos. Por ejemplo, cuando estamos en la Fiesta de La Candelaria en Copiapó. Estamos como familia, unidos. Cuando nos habla Marcela… me gusta escucharla. Ella es muy habilosa: nos habla del Señor, nos enseña tan bien. Me gusta cuando están todos atentos… el respeto que le tienen a ella. Yo le digo “Tía” y ella me dice “Te pasaste…”, porque yo soy mayor que ella. Me gusta el compartir con todos, que estemos en armonía. Me gusta cuando hacemos la formación pastoral. Nos reímos mucho con ella: cuando nos decimos las verdades. Se pasa bien. No es por carretear juntos, sino por compartir. Me gusta cuando hacemos la “mesa de té club”.

¿Cuándo comenzó a confeccionar los trajes para el baile?
Altiro, cuando entraron los niños. Al inicio no teníamos la tela “piel de sirena” con la que se hacen los trajes. La conseguimos en Iquique, a través de mi mami. Yo saqué el modelo como pude. No sabía coser. Los hice a mi manera y me salieron bien. Al año siguiente volví a hacer otros trajes. Ahora estoy bordando un dragón con puras lentejuelas. Mi hija compró unos dragones en Tacna y nos dijeron que había que plancharlos y quedaban pegados. Yo lo hice: quedaron pegados, pero el brillo se puso opaco. Perdimos como ocho dragones.
Un traje comprado en Tacna por docena cuesta como 70 mil pesos (el precio normal es sobre 100 mil pesos). Mi hija me dijo: “Mamá, ¿cómo no vamos a poder juntar esa plata?”. Pero con todo lo que está pasando está muy difícil. Los que yo hago me salen como por 30 o 40 mil pesos. Me ahorro la mano de obra. Nosotros hacemos todo, también los sombreros y las botas. Mi nieta Ashley me ayuda, sobre todo con los adornos. Es muy habilosa.

¿Cómo llegó a La Villa de Emergencia?
Yo era secretaria de la toma de la Villa 17 de agosto. Cuando fue el aluvión nos entró el agua. Habíamos hecho nuestra casa en un lugar que era parte de una quebrada. Hace años que no bajaba el agua, así es que parecía un lugar seguro. Nosotros fuimos los primeros afectados. Fue después que se salió el río. Cuando me avisaron que estaba entrando el agua estaba el papá de Marcela. Él es asmático así es que se puso muy mal y no pudo ayudarnos. Una vecina nos ayudó: nos mandó a su marido y a su hijo. Sin su ayuda se nos hubiera metido el agua por dentro de la casa. Comparado con el daño que sufrieron otros, que lo perdieron todo, lo mío no fue mucho.

En esos días hubo un robo en el supermercado Favorito que quedaba cerca. Por esa razón las autoridades miraban mal a todos los que vivíamos por ahí. Nos postergaron. Estábamos desesperados porque era fin de mes (25 de marzo) y no teníamos plata. Necesitábamos aunque fuera 1 kilo de arroz, 1 kilo de azúcar. Los de la toma íbamos a pedir y no nos pescaban porque, supuestamente, habíamos sido parte del robo del Favorito. Ahí yo fui a conversar, insistí, me metí, hasta que tuvimos una conversación en la que logramos que las autoridades nos escucharan. Me dijeron: “Ya, tráeme la lista de las personas”, y así empezamos de a poquito. Era para pasar los días: los pañales, la leche. Después, nos autorizaron para sacar lo que quedaba del Favorito y yo vi como la gente sacaba tragos, tinturas para el pelo. Yo no entendía… si la idea era sacar cosas para comer, para alimentar a tus hijos. Una vez encaré a las señoras de la Toma: “Las cosas no se consiguen así”.
Para la etapa de reconstrucción se habían pedido mil casas y entregaron solo doscientas. En la primera partida de cuarenta casas, me ofrecieron una a mí sola con mis hijos. Un día llegué a la Municipalidad acompañada de otras tres dirigentes, me llevaron aparte y me dijeron que aceptara el ofrecimiento, que pensara en los niños. Yo les dije que no, porque yo representaba a varias familias. ¡Hubiese sido una deslealtad tan grande para las personas que confiaron en mí! Yo les dije: “Me voy con la gente o no nos vamos”. Peleamos harto, pero al final nos fuimos como 30 familias que éramos de las tomas.

¿Cuándo comenzó con el almacén?
Como el 2016. Antes había trabajado como un año y medio en el Correo, pero me retiré. El año del aluvión tenía que ir a dejar cartas a lugares llenos de barro. Yo conocía a casi todas las señoras; cuando les llevaba cartas me ponía a conversar con ellas que estaban muy mal. Y, de repente, no las encontraba más y nadie me sabía decir qué les había pasado. Todo eso me fue tensionando mucho. Ahí dije: “No quiero más”, “no quiero caminar más”. Ahí me decidí a abrir el negocio. Empecé de a poquitito, porque mi negocio antes era chiquitito. Con eso vivo. Ahora casi tengo que empezar de cero, porque he ocupado toda la plata para muchas cosas. Tengo que volver a trabajar, trabajar, trabajar. Ahora está medio complicada la cosa.



sábado, 16 de noviembre de 2019

N° 38 CHILE DESPERTÓ (edición especial)


Blog 38
CHILE DESPERTÓ 
(edición especial)



Atacama número 38 ofrece en esta oportunidad una edición especial a partir del estallido social que vivimos en Chile y que se ha simbolizado en la expresión “Chile despertó”. Le preguntamos a algunas personas de nuestra comunidad parroquial acerca de aquellas demandas ciudadanas que les parecen más importantes. 

Nos parece interesante aproximarse a esta situación que vivimos a través de estos testimonios desde un lugar apartado de los grandes centros urbanos. En efecto, en las líneas que siguen vemos cómo la distancia geográfica tiene serias consecuencias en la vida cotidiana de la gente.







José Aravena Luna














Soy José Sebastián Aravena Luna, tengo 61 años, penando para los 62. Actualmente estoy trabajando como guardia de seguridad. Por las circunstancias de la edad ya no me reciben en las empresas en lo que es mi rubro: la minería. Trabajaba en trabajos subterráneos, desarrollo, manipulador de explosivos. 
Con los años de trabajo pesado en la minería me he enfermado de varias cosas. Yo tengo muchas enfermedades profesionales que no han sido reconocidas por la empresa: desgaste de vértebras, tierra al pulmón -silicosis-, dolores articulares, problemas auditivos. Nunca la empresa nos quiso reconocer el trabajo pesado. Nunca nos hizo el convenio para poder optar por una pensión digna.

En la ACHS (Asociación Chilena de Seguridad) siempre a uno lo sacan bien, y uno no está bien. Nos hacen los exámenes y dicen que puede seguir trabajando. No sé si están coludidos con las empresas, porque nunca dan un diagnóstico claro de que uno está enfermo. Yo camino un poco y me canso mucho por la silicosis. Por años vienen detectando que tengo problemas de hipoacusia (por mi trabajo con explosivos). Eso me ha traído problemas en el trabajo: yo veo que están hablando, pero no logro distinguir lo que me están diciendo. Siempre me dicen: “El próximo año te vamos a mandar a evaluar a Santiago”. Al año siguiente, lo mismo: “El próximo año te vamos a mandar a evaluar…” y eso no ocurre nunca. Declarar mis enfermedades le implica gastos adicionales a ellos. Por eso nunca lo han querido reconocer. 

¿Qué le han parecido estas protestas?

Para mí son buenas estas protestas, por el problema de las jubilaciones, el problema de las AFP. Uno no logra juntar un monto considerable. Yo he tenido pérdidas tremendas en la APF: no recuerdo bien si en el en el 2007 o 2008 yo tenía sobre 36 millones de pesos y me dejaron como 24. Por la crisis asiática -dijeron-. Explicaron que habían tenido malas inversiones, que habían perdido dinero. Sacaron del monto de los cotizantes para recuperar esa plata. ¡Eso no es justo! Son administradoras de pensiones y no financieras. Yo calculo que sacaré una pensión de unos 180-200 lucas. Y uno que tiene hijos chicos estudiando, es difícil… problemas de salud. La AFP juega con nuestros fondos.


Enrique Pizarro

Soy Enrique Pizarro. He trabajado muchísimos años en la feria. Acá, en Chillán. Ya hace más de 20 años. He criado a mis hijos con esto.

¿Qué reclamos del movimiento social les parecen más importantes?

Yo creo que hay que cambiar derechamente la constitución política de la República. Creo que es una cuestión fundamental. Por ejemplo, el art 19, n. 24 posibilitó que el año 81 tuviéramos un nuevo código de aguas, con las consecuencias que ha tenido eso para las comunidades. Pienso en Petorca o aquí mismo en Diego de Almagro, donde una minera nos contaminó los pozos de agua con cianuro. Se está ocupando el agua en beneficio, sobre todo, de los grandes empresarios agrícolas con un gravísimo daño a los pequeños agricultores, los que han mantenido la agricultura tradicional.

Otro asunto muy delicado es el que está planteado en el Art 19, n. 21 -que ha reflexionado muy bien el especialista Mario Verdugo Marincovich-, lo que ha definido el Tribunal Constitucional que reduce al Estado a un rol meramente subsidiario, por el cual el Estado no se debe meter en actividades económicas que puedan realizar los particulares. Entonces, eso es una visión que necesita un cambio en la Constitución, porque así se posibilitaron las carreteras concesionadas, las AFP, las Cínicas, los Colegios particulares… y suma y sigue.

En relación a la minería, creo que es importante una revisión profunda a la Ley 19.300 y el decreto 40, en términos de su aplicación. Así también el decreto 600. Cómo se forman estas grandes compañías en el extranjero, cómo se constituyen las sociedades en paraísos fiscales. Por ejemplo, Casale, que tiene alguna relación con Barrick Gold, el 2006, le vendió el agua tanto de “Piedra Pome”, como de “Los Arroyos”. También cómo estas empresas se autoprestan plata a intereses onerosos y prácticamente no se pagan impuestos en Chile. En esta línea nos podría iluminar bastante el libro de Julián Alcayaga, “Manual del defensor del cobre”. 

Hay empresas que no pagan nada en Chile, porque el gasto es mayor que la utilidad. Y el gasto está precisamente en los intereses muy altos que contratan ellos en el extranjero. Sería interesante averiguar cuánto tributaron el conjunto de las empresas del cobre en el norte de Chile o en Chile en general, y cuánto aportó Codelco. Se van a encontrar con grandes sorpresas. Incluso hay una distorsión en cuanto a la mano de obra. La mano de obra que aporta la gran minería del cobre es bastante baja en relación a toda la masa laboral chilena. Son cifras que tendríamos que sincerar y hablar con la verdad. En mi opinión, nosotros estamos entregando, a cambio de nada, toda la riqueza de nuestro país, con un daño profundo a las generaciones que nos van a suceder. Tenemos que ver cómo algunos políticos que están administrando actualmente el Estado están prácticamente hipotecando el futuro de nuestros nietos.

¿Cree que se avanzado en Chile en el cuidado del medioambiente?

No, en absoluto. El otro día me tocó una participación ciudadana de una ampliación de un proyecto fotovoltaico, y me sorprendió muchísimo el último video de promoción del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA). Ahí se decía que el sistema chileno de evaluación ambiental es tan macanudo que vienen de diferentes países de América a estudiarlo. Yo me quedé con un sabor tan amargo, pensando que el Servicio de Evaluación ambiental autorizó un tranque de 314 millones de toneladas sobre nuestras cabezas. Un tranque que está a 7 kilómetros del pueblo y que, en caso de un accidente, no tiene otra salida de evacuación que el pueblo mismo. O pensando en la contaminación con cianuro del pozo de Asiento que nos abastecía de agua potable. Pienso en la diferencia con Europa, donde está prohibido utilizar el cianuro en el proceso de extracción del oro. Pero en Chile toda la minería del oro todavía trabaja con cianuro.

Pareciera que en Chile la lógica ha ido en sentido contrario a Europa: menos Estado para que los particulares puedan desarrollar sus actividades económicas.
En Chile, las empresas no cuidan de verdad el medioambiente. Para ellos la premisa fundamental es abaratar los costos para aumentar las ganancias. Y un cuidado real del medioambiente significa un mayor gasto. Además, las empresas tampoco respetan aquel cuidado medioambiental al que se han comprometido. Es lo que hemos visto que ha pasado con las empresas en Concón- Puchuncaví. Se ha confiado en la autorregulación de las empresas y eso no ha funcionado. Los servicios de control actuales son muy precarios. ¡En toda la región de Atacama solo se cuenta con 4 supervisores!


Eva Carreño Salazar, 44 años





















¿Qué reclamos del movimiento social les parecen más importantes?

En mi caso la salud. Tengo una de mis hijas muy complicada de salud. Tiene un cuadro de asma. Estoy esperando hace más de un año una interconsulta. A ella tenía que haberla visto un otorrino, pero no hay hora para el otorrino. Hace más de un año la vio un especialista y, desde ahí, no ha vuelto a verla. Así también la salud de mi papá. El es operado del corazón y hace más de un año que no lo ve el cardiólogo y está sin medicamentos. Está esperando que le den una hora para cualquier cardiólogo en Copiapó. Él no puede estar sin medicamentos. Eso es lo que me complica.

A mi hija la ve el pediatra todas las semanas, pero para el otorrino hay que viajar a Copiapó… cuando nos den la hora. Su asma ha estado bien complicada, descompensada. Un día me llamaron que tenía la hora. Llegué a Copiapó y me dijeron que el médico no iba a atender.


Marcela Cabrera, Waldo Campusano
















¿Qué reclamos del movimiento social les parecen más importantes?

Marcela: Creo que todos los reclamos son legítimos, pero uno de los puntos esenciales para mí es la Constitución. Creo que debe haber un cambio para que tengamos esos derechos resguardados. Tenemos una Constitución hecha en dictadura que no ha sido validada por la gente. Esa es la base para que lo demás se pueda solucionar. ¡Son muchas las demandas! Y eso a través de un mecanismo participativo no a 4 paredes. No puede ser un proceso hecho por una elite. 

Las AFP es lo que más complejiza nuestro diario vivir cuando pensamos en nuestro futuro. También la salud, la educación los sueldos. La AFP hace que exista una feminización de la pobreza: las mujeres somos más pobres que los hombres. Es necesario el resguardo de un sueldo equitativo con los hombres. No aparece en la Constitución una definición más clara de los derechos de la mujer. Aparecen solo como derechos humanos.

En Diego de Almagro un problema importante es la falta de trabajo. Si lo hay, no es para los que vivimos en la provincia. Debería haber un sistema en el que el código del trabajo asegure la contratación de mano de obra local. Actualmente es voluntario, de palabra, pero no hay cómo exigir la contratación de mano de obra local. Además, muchas empresas no pagan aquí sus patentes. Los dineros se van a Santiago y no quedan aquí en la comuna de Diego de Almagro o en la Provincia de Chañaral.

Waldo: Actualmente existe una gran diferencia entre los trabajadores contratistas y los de planta de Codelco, en cuanto a las regalías. Por seis meses o por tener un contrato indefinido ya tiene un bono. Y tienen muy buenas gratificaciones por años de servicio.

Un problema serio es que los trabajadores que tienen silicosis ya no pueden ser admitidos en otras faenas mineras. De manera periódica se nos manda para que nos hagamos exámenes en la ACHS o en otras clínicas, y esos resultados quedan en el sistema. Si a uno le detectan silicosis, no lo admitirán en ninguna minera. Basta que revisen el sistema. Para el que se enferma no hay ningún seguro. Sales a morirte no más, después de haber entregado un montón de años de trabajo.

Marcela: también nuestro sistema de salud es malo. Estamos alejados de los centros urbanos. Tenemos un hospital comunitario que no tiene especialistas. Lo más cercano es Copiapó que queda a 1 hora 45 de viaje, y hay que pagar 10 mil pesos ida y vuelta.

También las comunas deberían manifestar que necesitamos descentralización. Una equidad no solo entre personas, sino también entre regiones. Descentralización de los recursos para la salud, la educación. No es lo mismo vivir en esta comuna que en Santiago o Iquique o Vallenar. Por ejemplo, nuestra nieta necesita una kinesióloga renal y solo hay dos en La Serena y otra en Antofagasta. Ella se atiende por Fonasa, pero por el sistema privado y debemos gastar cada semana para que viajen ella con su mamá a La Serena. Si se atendiera por el sistema público tendría que esperar 2 o 3 años para que llegue la interconsulta.

En esta zona debería haber, al menos, un dermatólogo, un broncopulmonar por la exposición que tenemos a los contaminantes, un oncólogo. Así también, especialistas en salud mental. Hay un solo COSAM en la región.





























domingo, 15 de septiembre de 2019

N° 37 -  Domingo 15 de septiembre 2019

- San Lorenzo, Patrono de los mineros -

MISIÓN ATACAMA

Comunidad Atacama SS.CC.
Diego de Almagro





San Lorenzo
 Patrono de los mineros






Fiesta de San Lorenzo en Inca de Oro


(Por Teresa Aros)


Esta fiesta ha ido creciendo año a año. Empezamos con dos bailes. Ahora llegaron ocho. Las empresas se portaron muy bien. Nuestra tradición es hacer una pequeña convivencia donde participen todos. Ahora viene más gente y la comunidad es chica, así es que acudimos a las empresas. Alcanzó para todos: una colación y un vaso de chocolate. Vinieron mis hijas a ayudarme. También nos ayudó mi hijo, mi yerna. Ellos se preocuparon de servir a todos. Yo me encargué más de acoger a la gente. Esa ayuda de mis hijos es lo que más me llena. La Yasna hizo el chocolate, el Juan los arcos por donde pasó el santo. Fue muy bonito. Se le dio más realce. Hubo una buena participación de los mineros. Ellos son los encargados de llevar al santo. Es bonito verlos con sus cascos llevando el anda.

La misa fue muy bonita. Fue un acierto hacerla dentro de la iglesia. El padre Gabriel nos había preguntado dónde la hacíamos. Yo le dije que no me gustaban las misas de campaña, porque la gente no le pone atención, andan pa’ allá, andan pa’ acá, que los perros… Además, hay que acarrear tantas cosas. Pusimos parlantes para afuera y la hicimos en la iglesia. ¡Estaba lleno! La presencia de los bailes religiosos fue importante. Ellos son gente de fe, de Iglesia. Tienen respeto. A ellos les encargamos los servicios de la misa.
Hasta fui a la procesión. Hacía calor, pero no importa. ¡Es una vez al año! Claro, después me dolían las piernas… después viene el cansancio.




Encuentro pastoral de jóvenes



Del 14 al 17 de agosto nos visitó una delegación formada por 28 alumnos y alumnas de nuestros cuatro colegios ss.cc., acompañados de algunos profesores. A ellos se sumaron los jóvenes de nuestra pastoral juvenil.




Fue un encuentro con actividades muy variadas: visita a Inca de Oro para conocer la cultura de los pirquineros, talleres de danzas nortinas, temas de formación, adoración, limpieza del lecho del río, asado en la quinta de los chañares, velada, etc.


Fue un encuentro entretenido que les permitió a los jóvenes conocerse más, y a los jóvenes de Diego de Almagro dar a conocer un poco de su cultura.
Especialmente relevantes fueron los talleres de danza, que trabajaron divididos en dos grupos: Caporales y Tinkus. Es impresionante constatar cómo la danza puede unir tanto.


En fin, creo que todos terminamos el encuentro con el corazón llenito, sintiendo que, a pesar de que somos de lugares tan distintos y de culturas diferentes, hay una experiencia que nos une: la de ser familia sagrados corazones.

Al final del encuentro los jóvenes se despedían diciendo: “Nos vemos en diciembre, en el encuentro provincial”.




Capítulo provincial






Del 19 al 23 de agosto, los hermanos ss.cc. estuvimos reunidos en el 19º Capítulo provincial, para mirar el caminar de la provincia y proyectarla hacia adelante. Un Capítulo que por momentos fue duro, pues nos adentramos más en profundidad en la crisis de la Iglesia por los abusos sexuales y de poder. Crisis que es también nuestra.

Buena parte del tiempo la dedicamos a escuchar: a representantes del grupo Mujeres Iglesia, a una víctima de abuso sexual, a laicos y laicas ss.cc., a un especialista en abusos desde la perspectiva forense, a una religiosa que en el último tiempo se ha dedicado a la recepción de denuncias. Fue una escucha respetuosa que nos hizo tomarle el peso a la gravedad del daño causado, a lo mucho que nos hemos alejado del camino de Jesús, con la grave consecuencia de que hemos dañado a quienes debíamos cuidar.

A partir de esa escucha comenzamos a discernir lo que Dios nos está pidiendo. Por un lado, en el cultivo del hombre interior. Y, por otro, en lo que tiene que ver con una conversión pastoral.

El Capítulo nos dio la oportunidad de vivir unos días de profunda fraternidad: de escucharnos, apoyarnos, consolarnos, volver a soñar en el futuro. Nos ayudó el hecho que no teníamos que salir con documentos listos, pues nos queda una última sesión en octubre.

El broche de oro del Capítulo fue la celebración de los votos perpetuos de Atilio Pizarro y Rafael García. Una celebración en la que se podía gustar una Iglesia diferente: joven, inclusiva, sencilla, de una alegría contagiante. Fue un verdadero regalo, como una caricia de esperanza después de los duros días del Capítulo.



BREVES


Encuentro de formación de las CCBs



El sábado 20 de julio, Paola, Estela y Ofelia -guías de Comunidades Cristianas de Base (CCB)- y Alex, participaron en un encuentro de formación en Copiapó. Había unas(os) 60 guías en total. La formación estuvo a cargo de la hna. Margarita Westwood de la Congregación de las Hijas de Jesús.

La mañana estuvo dedicada a compartir sobre la vocación laical y la visión de Iglesia contenida en el magisterio del Papa Francisco. En la tarde se estudiaron las principales características de las comunidades cristianas en los primeros siglos de la Iglesia.

Toda la formación se desarrolló utilizando una metodología participativa en pequeños grupos. La verdad es que da gusto ver un laicado tan activo, tan bien formado y tan consciente de su misión en la Iglesia.

La parroquia Espíritu Santo tiene en estos momentos seis CCB, lo cual es un verdadero regalo de Dios, y plantea el desafío de acompañarlas, animarlas y de promover el surgimiento de nuevas comunidades.



Cumpleaños 90 de Raúl Orellana





El jueves 15 de agosto en la noche celebramos la Inmaculada Concepción y los 90 años de nuestro diácono Raúl. Fue un encuentro lleno de cariño hacia él. En la misa se destacó todo lo que Raúl y su esposa Raquel (QEPD) han hecho por la comunidad. Cómo la sostuvieron en los momentos difíciles, cómo han sido testimonios firmes de fe y de preocupación por los más necesitados, especialmente los enfermos y los pobres.

Después de la misa nos sentamos a la mesa para compartir unos ricos sándwiches de mechada que había preparado Claudio ss.cc. ¡Estaban deliciosos! También fue muy grata la presencia de algunos familiares de Raúl que quisieron acompañarlo en esta fecha tan significativa.

Al inicio Raúl no quería celebraciones, pero luego quedó feliz con la celebración que preparó la comunidad. Simplemente se dejó querer.



Fiesta de San Alberto Hurtado





El domingo 18 de agosto celebramos la fiesta de San Alberto Hurtado en la capilla del mismo nombre. Llegaron a esta celebración los bailes de la parroquia y miembros de las comunidades. Nos recibió una comunidad orgullosa con los arreglos que habían hecho en la capilla, en preparación a esta fiesta. La verdad es que estaba todo muy bonito.


Después del saludo de los bailes salimos en procesión por las calles de la Villa 4 de octubre. Y después de la procesión celebramos la eucaristía. Todo terminó con un compartir en el que comimos y bebimos muchas cosas ricas que la comunidad había preparado con cariño.



La comunidad dueña de casa estaba contenta porque los años anteriores esta celebración en memoria de San Alberto Hurtado consistía solo en la celebración de la eucaristía. Y este año, la fiesta adquirió mucho más realce con la presencia de los bailes religiosos de la parroquia.





Rostros-


TERESA AROS








Díganos su nombre y cuéntenos algo de su experiencia en la Iglesia.



Me llamo Teresa Auristela Aros Ossandón, tengo 74 años. El 15 de octubre cumplo los 75. Ese mismo día están de cumpleaños mi hija mayor y mi esposo (QEPD). Así que la fiesta en la casa siempre era grande para los 15 de octubre.

Llevo en la Iglesia toda una vida. Yo recuerdo que en Combarbalá vivía con una
tía, Carmela, que no era mucho de ir a misa. Pero íbamos para todas las fiestas religiosas. Vivíamos a cuadra y media de la iglesia. Ella me llevaba al mes de María. Yo me dedicaba a contar las lucecitas de los altares. A veces me quedaba dormida. Cuatro casas más allá, vivía la señora Teresa Álvarez. Ella fue la que, junto con mi tía, me inició en la fe. Los domingos en la mañana, tempranito, golpeaba a mi puerta y me gritaba “ya, vamos a misa”. Yo me ponía rápido la ropa que había dejado lista la noche anterior y partía con ella. Mi tía Carmela trabajaba mucho porque era lavandera y se pasaba todo el tiempo lavando y planchando. Me acuerdo que de muy niña iba con ella al grupo de la Virgen del Perpetuo Socorro. Ahí aprendí a rezar el rosario. Me subían a los altares para que le limpiara la carita a san Isidro (que tenía una túnica completamente negra) y san Antonio, que estaba al ladito. Y al otro lado, el Corazón de Jesús. 
Ellas ya eran viejitas. Yo tenía como 8-9 años.




Cuéntenos algo de su familia


Mi mamá, Florina, y mi papá, Pablo, son de Combarbalá. Muy católicos: bautizados, casados por la Iglesia. Se preocuparon de que todos nosotros tuviésemos los sacramentos. Éramos una familia católica. Yo soy la número tres de seis hermanos (cinco mujeres y un hombre). Mi mamá era dueña de casa, muy pobre, hasta que se vinieron a Inca de Oro. Mi papá se vino a trabajar como sereno en la planta San Pedro. Ahí se nos compuso la suerte. En Combarbalá él era zapatero. La vida no era muy fácil, ¡con tantos niños y con la vida dura de esos años! Ellos vivían en una ramada, no tenían casa. Mi mamá quedó huachita a los seis años. Ella trabajaba en cualquier cosa: lavando, planchando, hacía de todo.


Yo nací en Combarbalá. Me vine el año 45 cuando tenía 1 año. Desde el año 61 no me moví más de Inca de Oro. Antes de eso me la pasaba entre Combarbalá e Inca de Oro. Viví muchos años con mi tía, para que no quedara sola; por eso venía a Inca solo de vacaciones. Iba y venía.

Mi infancia fue bonita, pero muy pobre. Antes había mucha pobreza, no como ahora. Yo en Combarbalá era viandera. Les llevaba la vianda a las profesoras. Se usaba llevarles la comida en viandas, de los restaurantes, los clubes sociales, del club obrero. Me la pasaba acarreando viandas. Además, había una señora que vivía en la esquina que me buscaba para que le cebara el mate: la señora Elbita, que era cieguita y por eso no podía prepararse el mate sola. Me daba algo de plata. Todo eso lo hacía antes de ir a la escuela. En Combarbalá había gente que cultivaba violetas, así es que yo iba a trabajar cortando violetas y haciendo ramos. Me buscaban para que fuera a cortar violetas. Yo tenía como 6 o 7 años. Hubo un tiempo en que cuidé una guagüita de una profesora, un niñito. Ella me buscó porque, no sé, tal vez le caí bien. Yo iba cuando no tenía clases. Tenía que lavarle toda la ropita y cuidarlo. Ahí tenía como 10 años. Me gustaba eso. Después me tocó cuidar a los míos.



¿Extrañaba a sus padres?


Sí, los echaba de menos. En esa época viajaba mucha gente de Combarbalá a Pueblo Hundido a buscar trabajo, y yo viajaba sola. Mi tía me encargaba con cualquiera que fuera a Pueblo Hundido. ¡Era chica! Una vez pasé una Navidad en el tren, en La Serena. Recuerdo que un caballero nos regaló unos costureros de conchitas, ¡muy bonitos! Nos regaló a varias personas que veníamos en el carro. Pasé el 24 de diciembre en la noche en el tren. En esa época el viaje demoraba ¡30 horas!

El año 1961 me vine definitivo a Inca. En esa época ya no estaba el auge del oro (que duró como hasta el año 45, después fue decayendo). Todavía había casas de citas, cabarets, negocios, pero no los negocios grandes de antes. Había dos bombas bencineras.


Cuando llegué a Inca de Oro, lo primero que hice fue trabajar en una verdulería. Trabajé ahí como dos años y medio. Me casé mucho después con mi esposo que era pirquinero artesanal, que trabajaba a lo bruto no más: en las minas, en los desmontes, donde pudiera sacar orito… tenía las puras ganas. Trabajó en las minas desde niño. No estudió nada. La situación económica era muy difícil. ¡Hubo un año que le fue tan mal! Él era muy bueno para fumar y, como no tenía plata, se paraba fuera de la casa, en una esquina, para ver si pasaba alguien que le convidara un cigarrito. No había para nada. Ahí entré a trabajar al “Mínimo” [N.E.: El “Mínimo” era un plan de trabajo en los años de dictadura militar -por los altos índices de pobreza- en que a le gente se le pagaba el sueldo mínimo de esa época] y pudimos levantarnos un poquito. Pero criamos a todos los niños. No les dimos buena educación, pero son técnicos que hoy pueden defenderse de lo más bien. Yo trabajé de lavandera, cosiendo, bordando, tejiendo a crochet; es mal pagado el crochet, pero igual lo he trabajado harto y me ha servido mucho.


Cuando llegó a Inca de Oro ¿había una comunidad cristiana?


Sí, había una comunidad con muchas señoras, de las cuales ya no queda ninguna. Unas están en Copiapó, otras están muertas. Era bonita la comunidad. Eso me llamó la atención. El año 71 me integré… el día que falleció mi padre. Él murió de manera inesperada a los 69 años. Yo estaba con mi mamá en Inca de Oro y mi papá tenía que viajar desde Combarbalá, porque había ido de visita por unos días. Justo estábamos celebrando el cumpleaños de mi mamá y comentábamos: “¿Se habrá subido al tren?, ¿vendrá viajando?”. Cuando el papá se iba a embarcar, justo cuando iba a mostrar el boleto en la estación, le dio un infarto muy grande y cayó muerto ahí mismo. Nosotros supimos como a las 10 de la noche. Cuando mi mamá supo se puso a gritar y se desmayó. Yo tuve que arrastrarla a la cama. Ahí el padre Bernardo vino a nuestra casa. Le hicimos la misa al papá en la capilla. A partir de ahí ya no dejé la comunidad.



¿Y a qué edad murió su madre?


Ella murió cuando tenía 78 años. De un cáncer uterino. Cuando supimos que tenía cáncer tuvimos que irnos a Santiago por un buen tiempo. Para mí fue muy doloroso dejar a mi familia, pero nunca me separé de mi mamá, así es que la acompañé a Santiago. Íbamos muy asustadas porque no conocíamos Santiago. Para nosotros Chile se acababa en Combarbalá. Pero ahí yo me acordé de la Señorita Julia Planella -profesora de la Universidad de Chile- que había estado relegada en Ica de Oro y me había dicho: “Si necesitas algo, llámame”. Cuando ella llegó relegada tenía miedo de quedarse en la capilla sola. Ella era de buena familia. Yo le dije: “Mire, yo soy muy pobre, pero si arreglamos un cuartito en mi casa, Ud. se puede venir a vivir conmigo”. Así lo hicimos. Ella vivió conmigo los tres meses que estuvo relegada. Así es que cuando llegamos a Santiago ella nos estaba esperando. Nos acompañó a todas partes. Yo viví cuatro meses con ella y con su hermana, en su departamento. Me quedé ahí hasta que murió mi madre.



¿Cuántos relegados hubo en Inca de Oro?


Fueron 32. Yo también fui cercana con el cura Maroto. Él tenía problemas para caminar, así es que yo lo acompañaba cuando tenía que ir a almorzar en una pensión. Él se tomaba de mí, así es que cruzábamos el pueblo tomados del brazo. La gente me decía: “Teresa, tenga cuidado, porque ese hombre es peligroso”. Pero a mí eso no me importaba. Una vez llegaron dos jóvenes que habían sido detenidos en La Pintana. Los habían sacado de la cama y los mandaron relegados. ¡Llegaron sin zapatos! Así es que nos pusimos a buscar ropa para ellos. Los relegados no podían alejarse más de 200 metros del pueblo.


¿Conoció a don Fernando Ariztía?


Mucho. Él era muy amigo de mi marido, que en ese tiempo no sabía nada de religión, nada. Yo lo empecé a llevar a la capilla y fue aprendiendo de a poquito. Cuando don Fernando llegaba a la casa se tomaba su cafecito con mi esposo, después de la misa. Porque yo antes vivía al lado de la capilla. La capilla no tenía baño, así es que ocupaban el baño de mi casa.


Él era muy allegado a la gente. Sabía llegar a la gente. Conversaba con todo el mundo antes de empezar la misa. Estuvo viniendo en una época en que nos quedaos sin sacerdote. Se venía temprano. Le gustaba recorrer, estar con los niños. Era muy de piel. Todavía conservo la carta que me envió con las condolencias por la muerte de mi esposo…



Cuéntenos de su propia experiencia de fe.


Mi fe la vivo en comunidad. Aunque aquí no hay una comunidad grande, pero trato de llevarme bien con todos: mis hijos, mis vecinos… aunque son evangélicos y se ponen a cantar y a gritar… pero eso a mí no me importa.


Con la que he caminado siempre es con Verónica. Cuando ella empezó a preparar a sus hijas para la primera comunión no era bautizada. Ella no sabía ni persignarse. De ahí ella se aferró a mí y yo a ella también. Fuimos dando pasos juntas, hasta el día de hoy. Yo soy su madrina de bautizo, también de confirmación y de matrimonio. Vivo mi fe no tan sólo en la Iglesia, la vivo en la comunidad en general: en el pueblo, en centros de madres, cuando trabajé en el Mínimo. Allí donde he estado, he sabido comportarme, llevar la palabra del Señor, como él nos dice. Para mí Dios, el Señor, es lo más importante. En las noches, cuando ya no tengo nada que hacer, después de las novelas, apago la luz… ahí son mis momentos de oración, de reflexión: pienso cómo me ha ido en el día, qué he hecho mal, cómo me he comportado con mi hijo… todo eso.



No hemos hablado de sus hijos…
¿cuántos hijos tiene?



Tengo dos hijas: Yasna y Nilsa; y dos hijos: René y Juan… y uno que me mataron en Copiapó, el 6 de febrero de 2013, Manuel. Una mujer le dio una puñalada y se desangró. Yo le había hecho ver tantas cosas, pero no quiso escucharme… pero la vida continúa. Él está en mejor vida, porque si hubiese seguido aquí, a lo mejor estaría en la cárcel. Y hubiese sido más doloroso para mí. Es la vida que él eligió vivir. No fue porque no tuviese alguien que lo aconsejara. Yo lo reté para que fuera por el camino derecho, para que no se saliera del camino. Solo Dios sabe las cosas. Llega un momento en que como madre una ya no puede hacer nada.


Además, tengo 10 nietos y 2 bisnietos. Ha sido lindo ser abuela y bisabuela. Una malcría. Las mamás están para que críen. Uno los consiente en lo que quieren. Los veo seguido. Vienen siempre a verme.


¿Cómo vive esto de tener más años, estar más enferma?

Yo lo vivo tranquila, a pesar de que a veces, por la enfermedad, ando tan decaída que lo único que quiero es estar botada, no levantarme… al rato estoy bien y listo, se pasa… me olvido. Estoy bien, gracias a Dios.