viernes, 31 de mayo de 2019


MISIÓN 
ATACAMA
Nº 21 – 11 de Marzo de 2018
Editado por Comunidad Atacama SSCC – Diego de Almagro
Próxima edición: 25 Marzo de 2018


Adiós querido
ENRIQUE




LA NOTICIA

El 25 de febrero recién pasado estábamos celebrando la eucaristía parroquial. A eso de las 20:10 hrs. leímos un mensaje que había sido enviado 10 minutos antes: “Acaba de fallecer Enrique. Que Jesús lo abrace para siempre”. Estábamos por escuchar la primera lectura. El p. Gabriel que presidía avisó a la asamblea: “Ha fallecido el P. Enrique Moreno”. Toda la Asamblea estalló en llanto, también los curas que concelebrábamos. Gabriel nos invitó a abrazarnos unos a otros. Así escuchamos las lecturas, el salmo y el evangelio en medio de las lágrimas. Fue un momento muy triste.


EN EL CEMENTERIO

Cuando ya estaba en el nicho del cementerio Santísima Trinidad de Santiago, pero sin la lápida todavía, sus hermanos de Congregación cantamos: “Ahora, Señor soberano, deja que se vaya tu siervo, en paz, según tu Palabra…” El himno del Nunc Dimitis que entonó el anciano Simeón cuando vio a Jesús siendo presentado en el templo. Luego alguien me pasó una bolsita con tierra y me dijo: “Es tierra de Concepción, póngala junto al ataúd”. Y pensé: son tantas las tierras que podrían estar ahí: Los Perales, Concepción, Santiago, Diego de Almagro, Chile, Italia, Filipinas, Indonesia, África, Europa, América Latina, Asia; unas próximas, otras distantes; unas fértiles, otras desérticas. ¡Son tantas las tierras que podrían estar ahí! porque Enrique fue un ciudadano del mundo.
Pensando en Enrique nos viene bien este poema de Pedro Casaldáliga:
“Al final del camino me dirán:
—¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres.”



LOS GESTOS DE MARQUITO


Marquito no deja de sorprendernos. A pesar de su deficiencia intelectual hay en él una capacidad de expresión que conmueve.
El lunes 26 de febrero, cuando celebrábamos una misa en memoria de Enrique Moreno en su parroquia de Diego de Almagro, Marquito llegó atrasado. Entró por el pasillo y divisó el cuadro con la foto de Enrique. Ahí dio un grito y exclamó: “Padre Enrique”. Tomó el cuadro, lo besó y lo abrazó. Los que presenciamos esa escena nos emocionamos. Se quedó con el cuadro durante toda la misa, sin soltarlo. A veces lo levantaba para que la gente lo viera. Después de una difícil negociación logramos que lo dejara en la parroquia, con el compromiso de que él podría tenerlo cada vez que viniera a misa.
El jueves recién pasado, en la misa oficial en memoria de Enrique, presidida por el obispo Celestino Aós, algunos laicos que conocieron a Enrique dieron su testimonio. Leo, que trabajó con Enrique en la radio nos contaba su experiencia entre sollozos. De pronto se emocionó mucho y paró de hablar. En ese momento, Marquito se levantó, se acercó a Leo y lo abrazó. Lloraron juntos algunos minutos. La asamblea entera estaba emocionada.
De verdad, con más frecuencia de lo que imaginamos, Dios nos habla en los gestos de los más pequeños.

Gestos que consuelan



Desde que falleció el p. Enrique han sido muchos los gestos que hemos recibido los hermanos de los Sagrados Corazones. Han sido muchos los abrazos acompañados de palabras o en silencio.
Han sido muchos los que nos han dado testimonio de lo vivido con él: en las misas, en el consejo parroquial, en la conversación personal.
Qué reconfortante ha sido el abrazo de catequistas, miembros de los bailes religiosos, acólitos, personal de la parroquia, integrantes de los coros parroquiales, asistentes a la misa; adultos, jóvenes y niños; sacerdotes, religiosas, diáconos, el obispo. Sus abrazos y palabras nos han traído paz en el dolor. Han sido una hermosa luz en la noche que estamos viviendo.


Meliane y Schneider

En la misa del 26 de febrero uno de los laicos de la parroquia dio testimonio de aquello que más le impresionó del P. Enrique. Destacó su dedicación para acompañar a Meliane. Ella es una inmigrante haitiana que vive en Diego de Almagro a quien Enrique acompañó muy de cerca durante su embarazo. Todavía no habla español y, por eso, se le hacía muy difícil ir al médico porque no entendía nada de lo que este le hablaba. Enrique hacía de traductor, pues hablaba muy bien el francés. Por eso la acompañaba cada vez que tenía que viajar a Copiapó: temprano en la mañana tomaban el bus, luego, enfrentaban varias horas de espera en el policlínico y, después, esperar otras varias horas hasta que saliera el bus desde Copiapó a Diego.
Meliane y Schneider, su hijo, estaban presentes en esa eucaristía. Así es que se levantó y mostró a todos a su hijo recién nacido. La asamblea aplaudió con fuerza.
Meliane Lloró cuando la saludamos los sacerdotes en la entrada del templo. Poco podía decirnos… poco podíamos decirle. Pero, tal vez era ella la persona con la gratitud más profunda hacia Enrique. Tal vez esos gestos de Enrique la hicieron sentir como en casa, hermana nuestra, hija de Dios.
El bautizo de Schneider estaba programado para el 2 de marzo. Lo haría el mismo Enrique. Los parroquianos iban a provechar ese momento para despedirlo, pues, no dejó que le organizáramos una despedida.
En los próximos días nos pondremos de acuerdo para volver a agendar el bautizo de Schneider, porque la vida sigue, porque el testimonio de Enrique nos inspira para acoger a los inmigrantes como a nuestros hermanos. Qué proféticas sonarán las palabras cuando en el bautizo el sacerdote diga: “Schneider, por la unción del santo crisma, el Señor te consagra sacerdote, profeta y rey hasta la vida eterna”. Y se reanimará nuestra esperanza de que Schneider, cuando crezca vivirá en un país distinto: sin discriminación hacia el diferente, sin odio racial. Un país más humano y fraterno.

Conversando con la comunidad religiosa de Diego de Almagro


Javier Cárdenas
¿Qué ha sido lo más importante que te ha dejado Enrique?
Vivimos juntos todo el año pasado y, quizás, lo más significativo ha sido su contacto con la persona de Jesús, su intimidad con él. Yo creo que eso -como decíamos en la mañana en la radio- era el motor para ser lo que es. Es lo que decía él mismo pensando en sus 50 años (que cumpliría este año), esa especie de lema: “Fui tratado con misericordia”. Es decir, hay una conexión íntima con Dios y una oración profunda con él. Nos llamaba la atención en la comunidad que todas las mañanas, antes de salir al trabajo, él iba a la… “se zambullía” en la capilla. Eso es lo que más me enseña, lo más significativo: su enorme sintonía con Dios y su seguimiento a Jesús. Y eso se traduce después en su vida, en lo que ya conocemos: su servicio a los demás, su disponibilidad. Yo creo que ese fue su gran motor, lo más significativo para mí y para los que lo conocimos más íntimamente en la comunidad religiosa. Y esa sintonía se veía reflejada en su felicidad de estar acá en Diego.
¿Cómo has vivido el duelo por su partida?
Lo bonito es que el duelo no se vive solo sino en comunidad, esto de vivir el mismo dolor toda la comunidad, aunque no nos dijéramos nada, pero, al mirarnos a los ojos, percibir que estamos sufriendo de la misma manera que el otro. Es un pequeño bálsamo en medio del dolor. Podríamos haber sido una comunidad como una ONG, pero, el hecho de ser una comunidad cristiana, seguidora de Jesús y confiada en la resurrección, en la vida plena, hace más llevadera la pena. Eso no quita el dolor, pero hace que uno se sienta más acompañado.
Alex Vigueras
¿Cómo conociste a Enrique?, y ¿qué es lo que más te ha llamado la atención de la vida y la persona de Enrique?
Lo conocí cuando él vivía en la comunidad de 8 Poniente, cuando en el período previo a mi entrada en la Congregación me fui a vivir unos días a esa comunidad. Me llamó la atención el estilo de vida tan sencillo, la relevancia del acompañamiento a las comunidades y a las personas, la oración comunitaria que recogía todo lo vivido en el día.
Enrique fue mi acompañante espiritual en varios períodos de mi vida. Fue siempre muy comprensivo y estimulador. Su acompañamiento estaba marcado por la misericordia. Me gustaba su humor. Además, fue siempre muy apoyador de mis proyectos musicales. Me estimulaba mucho en eso y sé que me hacía propaganda con la gente.
Lo que más admiro es su dedicación a las personas. Esa capacidad de gastar tiempo en atender a tantas personas que se le acercaban. Esa capacidad para construir lazos que duraban para siempre. Cuando tenía oportunidad la aprovechaba para juntarse con alguien. Cuando venía de vacaciones desde Filipinas, creo que partía de regreso agotado, porque no había dejado un minuto desocupado.
He escuchado testimonios de personas a las cuales Enrique ayudó a sacar adelante, sobre todo con becas para estudios superiores. Personas que nunca hubieran tenido esa oportunidad y que estudiaron y ahora son profesionales gracias a la ayuda de Enrique. La necesidad de cada persona era lo más importante, es como si en el ayudar a cada uno se jugara lo más relevante de la salvación de toda la humanidad. Hay un versículo del Talmud que dice: “El que salva una vida salva al mundo entero”. Creo que así vivió Enrique la preocupación por cada uno. Y salvó varios mundos enteros.
Gabriel Horn
¿Cuándo viviste con Enrique?
Me ha tocado estar con Enrique mis tres primeros años de cura. Cuando me ordené sacerdote, a los seis meses me mandaron a Talcahuano y ahí formamos comunidad en 8 Poniente. Estuvimos viviendo tres años. Años no fáciles el 83, 84 y 85, con muchos problemas sociales. Ahí fue la situación de Sebastián Acevedo y, después del Movimiento Sebastián Acevedo.
Ahí lo pasé muy bien con él. Era un Negro absolutamente entregado al trabajo pastoral. Él mismo decía que después viene el descanso, en el Reino. Yo creo que en forma equivocada trabajaba -yo diría- 18 horas al día. Dormía muy poco. Llegaba siempre muy tarde. Nos juntábamos a rezar, pero después otra vez salía. Tenía esa capacidad… casi demasiado. Pero siempre cuando estaba -lo que más recuerdo- es su fraternidad, su cercanía en la comunidad y el tiempo que se daba, es decir, a pesar de estar así desbordado, cuando estaba en la casa había tiempo. Un hombre muy cercano, muy humano. Después me tocó vivir acá [en Diego de Almagro]. Me alegró mucho saber que íbamos a tener el proyecto juntos acá.
¿Y qué diferencias ves del Enrique de 8 poniente al Enrique de Diego de Almagro?
Aquí en Diego de Almagro vi un Enrique tranquilo, muy cercano a la gente, con mucha entrega. Pero un Enrique muy casero también, muy rezador, muy preocupado de los hermanos de la comunidad. Yo diría bien preocupado de todas las cosas de la parroquia, pero muy casero también, muy de casa; un hombre de mucha oración, siempre con ideas nuevas respecto a la comunidad: “a ver… ¿qué hacemos?”, “¿cómo podemos insertarnos mejor?”, “tendríamos que hacer esto, ¿qué les parece?” Pero todo con la tranquilidad de viejo ya.
Mirando a la persona, su manera de ser religioso sacerdote, ¿qué es lo que más te ha marcado?, ¿qué subrayarías de su estilo, de su persona?
Desde que lo conocí en el sur de Chile me marcó su cariño por Jesucristo. Yo tengo muy claro una pequeña charla que él hizo no sé en qué parte, parece que para la JOC, en tiempos de peleas sociales. Pero era una cristología lindísima, es decir, un testimonio sobre Jesucristo. Nos habló de Jesucristo de una manera tan profunda, tan buena. Es lo que más destacaría de él: su cariño por Jesucristo y desde el Evangelio, absolutamente desde el Evangelio. Él agarraba el nuevo testamento y… no era teología, era como pescar el nuevo testamento y mostrar el rostro humano y divino de Jesús en la palabra misma de los Evangelios. Como que lo traducía, lo hacía palpable. Eso es lo que siempre me entusiasmó desde que lo conocí y yo creo ha sido algo permanente en él. A lo mejor en el año 83 más marcado por cosas sociales. Ahora, también por las cosas sociales, pero sobre todo por lo humano, la vida del ser humano.

¿Cómo estás viviendo el duelo? ¿Qué te ha pasado con su muerte?
A mí me ha dado mucha pena. La verdad es que a mí me ha significado perder realmente un hermano, un hermano carnal, así. Ha sido muy fuerte. No lo había sentido tan fuerte, pero con él sí. He sentido y siento el dolor de su ausencia. Hasta me pasa que lo veo en la parroquia. Lo veo entrar. Me da mucho dolor. Yo creo que es la primera vez que siento un dolor grande por la partida de un hermano. Yo siento que a lo mejor me ha marcado más de lo que yo me doy cuenta, porque el dolor lo he sentido más fuerte. Además, me ha impresionado el dolor de todos los hermanos de la parroquia y de todos los conocidos del Negro. Además, hubo cosas tan humanas, cercanas que tuvimos el año pasado: visitas de su familia, él siempre conversaba conmigo también sus problemas. Entonces, teníamos una cierta intimidad y partió así. Estábamos un poquitito como cómplices, como yuntas. Conversábamos mucho, entonces, lo hecho mucho de menos.

NOTICIAS:  

Segunda temporada del programa radial “aclaró”

El sábado 10 de marzo, a las 9 de la mañana, volvió a sonar en la Radio Bahía de  Diego de
Almagro el programa “Aclaró”. Este programa fue creado por Enrique como un espacio de reflexión e información que permitiera vincular a la parroquia Espíritu Santo con la comunidad. El programa fue un homenaje póstumo a Enrique. Estaban en los estudios de Radio Bahía Patricia López, Leonel Morales (radiocontrolador), Javier Cárdenas y Alex Vigueras. Al inicio estábamos muy nerviosos por nuestra nula experiencia en radio, pero, poco a poco nos fuimos relajando y hasta disfrutando el programa. Estamos decididos a mantener este programa, pues nos hemos dado cuenta de lo importante que son las comunicaciones en nuestra tarea eclesial. Esto es algo que aprendimos de Enrique.

Encuentro del Clero de la Diócesis

Los días 5 y 6 de marzo nos reunimos todos los sacerdotes y diáconos de la diócesis en la casa de retiros del santuario de La Candelaria. El día lunes estuvo presente el obispo Celestino Aós. Fue un hermoso tiempo de diálogo, recreación y formación.
Trabajamos en torno a los contenidos fundamentales de una espiritualidad del sacerdote, evaluamos la visita del Papa Francisco; revisamos las acentuaciones pastorales, en el marco del objetivo general de nuestra diócesis: Fortalecer una pastoral misionera, centrada en la experiencia de Cristo, para hacer de Atacama una diócesis evangelizada y evangelizadora.
Las acentuaciones para este año son:
-          Una Iglesia que anuncia y celebra
-          Los jóvenes como principales interlocutores de la pastoral diocesana
-          Vivir el mensaje que nos dejó el papa Francisco
-          Acoger y organizar el Congreso Eucarístico Nacional


ROSTROS


Entrevista a Javiera Fuentes
Cuéntanos ¿en qué trabajas?
Trabajo como asistente social en la escuela Aliro Lamas. Además, trabajo en la parroquia como catequista de segundo año de confirmación y en el coro “Vida” desde que tenía 11 años -ahora tengo 27.
Cuéntanos algo de lo que viviste en la Escuela SS.CC. de Formación en Pastoral Juvenil
Yo estaba inscrita en el segundo nivel, pero luego me cambié al tercer nivel: “Espiritualidad en la adultez”. Se trataba mucho de reflexionar dónde estamos parados, hacia dónde vamos, en qué nos equivocamos, qué no nos gusta… Plantearnos en la situación en que estamos hoy y en qué podemos progresar. También se nos invitó a reflexionar sobre quiénes han sido maestros en nuestro camino, no solo en la vida de iglesia, sino en general.
Algo que me llamó mucho la atención fue cuando nos pidieron crear un credo propio. En qué momento yo me encuentro en la vida -yo lo vi así-. Me gustó mucho, porque nos reunimos con gente de otros lugares, también personas adultas. Entre ellos, me tocó con un religioso y una profesora. Era tan bonito, tan poético lo que compartieron. Ellos mostraban su fe tan firme. También me gustó conocer lo que hacían las demás personas, en qué trabajaban, cómo vivían su fe, qué podemos hacer juntos. Y lo otro que me gustó fue que en los encuentros había sacerdotes, párrocos, jóvenes en formación. Lo encontré muy bonito. Ellos tienen otra forma de ver las cosas. Así uno se va complementando.
La verdad es que nos faltó llevar más jóvenes. Las que fuimos de Diego éramos adultas, pero este era un espacio especial para más jóvenes. El ambiente se notaba que tenían otro tipo de formación. Se notaba que venían de los Colegios donde tienen otro tipo de aprendizaje: súper solidarios para conversar, con tanta energía y tanta alegría, participando en las actividades.
Cuando dijimos que veníamos de Diego de Almagro, todos estaban felices. Todos querían venir a Diego de Almagro. No entendíamos mucho por qué tanta importancia a Diego de Almagro. Decían: mandamos a 3 a Diego de Almagro y nos alegramos de que ya estén mandando personas a formarse de allá. Me gustó mucho la adoración al santísimo. Fue un espacio muy espiritual, muy bonito porque se cantaba, se rezaba. Uno tiene una intimidad, un espacio de conexión con Dios que fue muy lindo.
¿Cuál es tu mirada de Diego de Almagro, desde tu trabajo como asistente social?
El problema que tenemos aquí en Diego de Almagro es la normalización de muchas cosas. Por ejemplo, hay mucha negligencia parental, despreocupación familiar: a los niños los mandan a la escuela cochinos, no los bañan, los mandan sin sus útiles. Cosas que son básicas. Hay que insistir en que los manden con desayuno. A lo mejor no tienen el uniforme completo, pero pueden venir presentables. Muchos niños pareciera que se crían solos: van a clases, almuerzan en la escuela, se van para la casa… falta el compromiso con el niño. A veces se nos pasan algunas situaciones porque son muchos alumnos.
Lo que tenemos también aquí es que derivamos algunos casos a los programas que existen en la comuna: Oficina de Protección Infanto-juvenil, Programa de Prevención Focalizada, para trabajar en habilidades parentales. Revisamos asistencias y cuando los niños empiezan a faltar nosotros encendemos las alarmas, los vamos a visitar. Se les da un tiempo porque tal vez hay otro tipo de problemas familiares, como depresión o duelo. Les decimos: “Si Ud. no cambia, nosotros tenemos que levantar una medida de protección a través de los tribunales de familia”. En esto trabajamos en equipo, junto a una sicóloga del primer ciclo y otra del segundo ciclo.
También hay cosas que son más escondidas, pero que también se reflejan en el comportamiento del niño, por ejemplo, violencia intrafamiliar, consumo de alcohol y drogas. Se ven, pero son casos más aislados. Una vez fuimos a visitar a una familia en día de semana como a las 10 de la mañana, y estaban en plena fiesta: todo lleno de botellas, todo sucio… y los niños en medio de todo eso.
Cuando son situaciones escolares los sicólogos de la escuela atienden a los niños, pero cuando son situaciones que trascienden a la escuela tenemos que derivar al hospital para que puedan ser atendidos.  Creo que la escuela es un factor protector para los niños. El director es muy preocupado y nos apoya mucho en el trabajo.
Hay también casos de niños abusados, pero ellos son atendidos por los programas especializados. Nosotros hacemos la monitorización social dentro de la escuela. Son programas que funcionan, pero son pocos. El éxito depende mucho de si la familia es responsable y asiste a las terapias.


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