MISIÓN
ATACAMA
N° 31 – Viernes 07 de Diciembre de 2018
Editado por la Comunidad Atacama SS.CC. – Diego de Almagro
Encuentro Diocesano de Jóvenes en la pascua de Don FERNANDO ARIZTÍA
Muy contentos quedamos con la realización del Encuentro Diocesano de Jóvenes por la pascua de don Fernando Ariztía, que tuvo lugar el sábado 24 de noviembre (él falleció un 25 de noviembre). La pastoral juvenil de Diego de Almagro fue la anfitriona. Nos reunimos bajo el lema: “No tengas miedo de dejar lo bueno…Jesús te invita a lo grandioso”, inspirado en el pasaje del joven rico.
Participaron unos 400 jóvenes, provenientes de parroquias y colegios de toda la diócesis, desde los más lejanos que venían de Freirina, hasta los vecinos de Salvador. Las delegaciones comenzaron a llegar temprano el día sábado, así es que los acogimos con un buen desayuno. Luego tuvimos un momento de recreación y juegos en el atrio de entrada alLiceo Manual Magalhães (sede del encuentro). Posteriormente celebramos laeucaristía presidida por el obispo y concelebrada por varios de los sacerdotes de la diócesis. Los jóvenes se sentaron en unos cojines que habían recibido de regalo, lo cual le dio a la celebración un aire de familiaridad que fue importante. Mons. Celestino Aós habló de manera sencilla y coloquial a un grupo de jóvenes que lo escuchó con atención. En la presentación de los dones cada valle ofreció un signo. El valle sur presentó todo el proceso de la fabricación del aceite de oliva: el olivo, la aceituna, el orujo y el aceite de oliva. El valle centro presentó una mochila como signo de la vida de los jóvenes cargada de alegrías, tristezas y esperanzas. El valle norte presento una fuente de piedra tallada por Gabriel Horn, como signo de la vida nueva.
Después de la eucaristía tuvimos trabajos en grupo en los que se conversó acerca de la buena noticia en nuestras vidas y la buena noticia que nos comunicó don Fernando Ariztía. Luego, compartimos un rico almuerzo con Pollos Ariztía asados, acompañados de arroz, ensalada de papas, pan y bebida. Muchos de los visitantes comentaron que nunca se había servido tan rápido el almuerzo ni se había podido recibir todavía caliente. Fue mucha la gente que colaboró para que todo resultara bien, sobre todo, la comunidad Enrique Moreno.
Después del almuerzo tuvimos el “Juego de ciudad” en el que cada grupo tenía que ir pasando por diferentes pruebas en distintos puntos de la ciudad: pasar una fila de 30 personas por un hula-hula, ida y vuelta; pasar por una enredada tela de araña; con unos vasos ir llenando una botella con agua… el problema que quienes llenaban el vaso eran los bomberos… así es que, como podrán suponer, quedamos todos mojados… Finalmente había que armar un rompecabezas con la imagen de Fernando Ariztía.
Luego nos desplazamos todos hacia la Virgen de la Gruta en un verdadero pasacalle de contagiosa alegría. Cuando llegamos al pie del cerro se nos pidió a cada uno tomar una piedra y ponerla al pie de una gran cruz de madera. Finalmente, subimos a la gruta para escuchar a Fernando Leiva que nos deleitó con sus canciones. Quienes estuvimos ahí sentimos que fue un momento muy profundo, de alegría y de meditación, de gozo compartido y de oración. Además, la vista era impresionante. Fue un momento realmente bello. Varias personas estaban emocionadas.
Al final del concierto de homenajeamos a María con un rosario gigante hecho con globos inflados con helio. Rezamos y lanzamos el rosario hacia el cielo. Fue un momento emotivo y bello. Los jóvenes se veían felices. Se autografiaban los cojines unos a otros, como signo de la cercanía y amistad que habían vivido ese día.
El domingo 25 nos juntamos todos los que participamos en la organización del encuentro en un almuerzo. Estábamos muertos de cansados, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Felices por el encuentro realizado, impresionados por el buen ambiente que logramos como equipo y conscientes de que todo esto había sido un tiempo de gracia.
Primeras Comuniones
El 28 de octubre hicieron su primera comunión 16 adultos de Diego de Almagro. Ellos se prepararon durante todo el año con Alex. Para varios de ellos fue un enorme desafío disponerse a hacer este proceso que tanto habían postergado. La sensación de satisfacción y alegría era evidente en sus rostros. Estaban acompañados de sus esposos/as hijos/as y hasta nietos/as.
El 17 de noviembre hicieron la primera comunión 11 niños y niñas y 3 adultos de la comunidad de Inca de Oro. Fue un día de fiesta en que casi todo el pueblo se congregó en la capilla. Los niños fueron acompañados por la catequista Verónica y los adultos por Gabriel. Después de la celebración compartieron un ágape en el frontis de la iglesia.
El domingo recién pasado fue el turno de 9 niños y niñas de Diego de Almagro. Felices, revestidos de blanco con sendas túnicas, recibieron por primera vez al Señor sacramentado. Fue hermoso verlos tan contentos y tan concentrados en lo que estábamos celebrando. Así también, las mamás y papás estaban felices por el proceso vivido y por haber perseverado a pesar de todo. Al final de la eucaristía recibieron unas cruces de madera hechas por Gabriel.
Y como es tradición, todos los niños y niñas que hicieron su primera comuniónacompañarán, revestidos de blanco, la procesión de la Virgen en el día de la Inmaculada Concepción, el próximo 8 de diciembre.
Confirmaciones
El sábado 3 de noviembre 19 adultos y 4 jóvenes fueron ungidos con el crisma por el obispo Celestino Aós.
Este año el grupo de jóvenes fue pequeño. Las catequistas tuvieron que salir a buscar a algunos que parecían haber desistido. Con toda certeza, el día de la confirmación estaban contentos por haber vivido esta experiencia que los acercó a Jesús y que los hizo más amigos entre ellos. Katiuska, una de las jóvenes que se confirmó dio gracias al final de la misa por el proceso vivido.
El grupo tan numeroso de adultos fue todo un acontecimiento. El primer día -cuando comenzamos la preparación- llegaron muy tímidos y hasta un poco avergonzados, por venir a buscar los sacramentos tan mayores. Pero contaban que sus mismos hijos y nietos los alentaron para hacer su confirmación. Poco a poco, el grupo se fue afiatando y fueron entrando en confianza para conversar en las reuniones, para hacer preguntas, para reconocer lo que no sabían. Para ellos este proceso de preparación a la confirmación los marcó profundamente, sobre todo en lo que tiene que ver con la fe y cómo esa fe invita a una manera de vivir fundada en la alegría, la confianza, la gratuidad del amor que hemos recibido de Dios.
El día después de la confirmación celebramos con una hermosa cena, signo de todo lo hermoso que habíamos vivido.
Visita Canónica
Nuestro superior provincial, René Cabezón, llegó a Diego de Almagro el miércoles 28 de noviembre para la visita canónica. Además de conversar con cada uno de los hermanos de la comunidad, participó en una reunión con el consejo parroquial en la que pudo sondear cómo vive la comunidad parroquial la presencia de los hermanos ss.cc. en Diego de Almagro.
Estos días fueron un tiempo propicio para hablar de lo vivido, de tantas cosas positivas experimentadas en este tiempo, así como de aquello que podría ser mejor. La sensación que queda es que ha valido la pena venirse a vivir aquí. Reconocemos que Dios ha estado con nosotros y nos ha sostenido e inspirado para que esta presencia tenga un sabor a evangelio. Estos días fueron un tiempo propicio para conversar, también, de la provincia, de nuestras preocupaciones y sueños.
No deja de impresionarnos lo que significa una visita como esta. La posibilidad de hablar con toda franqueza y confianza con el superior, poniendo nuestras vidas en sus manos, abriendo nuestros dolores y búsquedas. Sintiéndonos parte de una comunidad llamada y enviada por el Señor. Una comunidad cada vez más frágil por su pequeñez, pero invitada a experimentar la fuerza que se alcanza cuando nos confiamos plenamente en Dios.
El día en que debíamos ir a dejar a René al aeropuerto aprovechamos de pasear. Nos fuimos a Tal Tal, localidad que casi nadie del grupo conocía. Una ciudad muy bella, tal tal como la imaginábamos. La verdad es que quedamos encantados con la costanera y la hermosa plaza central. Luego pasamos por elParque Nacional Pan de Azúcar donde nos sorprendimos con la belleza de los cerros, las playas de arenas blancas y algunas curiosas especies de cactus presentes solo allí.
Breves
Visita de los jóvenes en viaje de estudios del Colegio de Viña
El domingo 2 de diciembre, como a las 10 de la mañana, llegaron de visita los jóvenes de segundo medio del Colegio SS.CC. de Viña del Mar, que andaban en su viaje de estudios. Eran cerca de 30 jóvenes, acompañados de tres profesores. Habían viajado toda la noche provenientes de Iquique. Se les veía cansados y somnolientos. Tuvimos la oportunidad de conversar con ellos sobre nuestra presencia en Diego de Almagro. También se dieron tiempo para conocer nuestra comunidad en la Villa Emergencia. Todos quedaron sorprendidos cuando uno de ellos exclamó: “Me gustaría vivir aquí”. Luego de la visita a nuestra casa partieron a Bahía Inglesa, última estación de su viaje.
Los jóvenes trajeron muchas cajas de alimentos para la pastoral social. Estamos muy agradecidos por esa generosidad.
Pollitos en fuga
Cada vez que se realiza el encuentro diocesano de jóvenes con ocasión de la pascua de don Fernando Ariztía, la familia del obispo regala pollos para el almuerzo. Los famosos “Pollos Ariztía”. Se suponía que los pollos (400) llegarían el jueves, así es que los estuvimos esperando. Pero no pasó nada. El chofer del camión dijo que pasó, pero no encontró el lugar. Por eso nos dijeron que había que ir a buscarlos al día siguiente a Chañaral, así es que para allá partieron Javier y Gabriel a buscar los pollos. Pero en Chañaral les siguieron dando explicaciones extrañas: que no sabían nada, que los pollos estarían mañana en Caldera, etc. Finamente, les dijeron que tenían que ir a buscarlos aCopiapó.
Entretanto, comenzábamos a ponernos en situación de que no llegaran los pollos.Barajamos varias alternativas:
a) Darle a los jóvenes un “vale por una presa de pollo” (que podrían cobrar otro día)
b) Salir a cazar palomas
c) Comprar nosotros todos los pollos
d) Cambiar el pollo por media vienesa
e) Servir un almuerzo vegetariano, sin pollo
Cuando Gabriel llegó a Copiapó a buscar los pollos, le siguieron respondiendo con evasivas. A esa altura ya estábamos muy molestos, por lo cual se entró en contacto con el dueño a la empresa de Ariztía -un hermano del obispo- y se le explicó lo que estaba sucediendo. Muy molesto, dio órdenes para que se nos entregaran de inmediato los pollos.Estaban tan compungidos que nos regalaron 450 presas de pollo, más seis cajas de vienesas.
Como Uds. comprenderán, Gabriel fue recibido como un héroe cuando apareció con la camioneta y exclamó: “¡Habemus pollos!”
Desde este blog queremos decir a la familia Ariztía: ¡Gracias por su a pollo!
Biblias
El jueves recién pasado, en nuestra misa vespertina estrenamos parte de las 50 Biblias que nos regaló el Colegio SS.CC. de Viña. Es un preciadoregalo que nos servirá mucho para las eucaristías, los estudios bíblicos, las oraciones de los grupos. ¡Muchas gracias a la comunidad del colegio de Viña por este regalo!
Rostros
Mons. Fernando Ariztía (en la memoria de Jorge Alfaro)
Mi nombre es Jorge Alfaro Colmans, oriundo de la ciudad de Copiapó. A don Fernando lo conocí por ahí por el ’78 en la pastoral universitaria, cuando estudiaba en la Universidad de Atacama. Estuve como 4 o 5 años en esa pastoral. De ahí nació una bonita amistad, que duró hasta su muerte. Después estuve a cargo de la pastoral juvenil en el santuario de La Candelaria. Mientras se desarrollaba la fiesta había un programa en paralelo de la pastoral juvenil. Todos los días nos reuníamos a conversar, jugar, ver obras de teatro… convocábamos a mucha gente, muchos jóvenes. En esa época, la pastoral juvenil de Atacama era muy, pero muy fuerte. En ese tiempo tuve una cercanía fuerte con él. Luego me fui a hacer una práctica a Punta Arenas y volví años más tarde.
Seguí vinculado a la catedral donde hacía la catequesis de preparación para el bautismo. Estuve varios años; ahí comenzó a consolidarse nuestra amistad. Después me invitaron a ser parte del voluntariado del Hogar de Cristo; ahí tenía un contacto más fuerte con don Fernando, sobre todo por la situación política que vivía el país, pues yo provengo de una familia con varios exiliados. Después hubo una modificación en el directorio y don Fernando me propuso a mí. Ahí estuve como 4 o 5 años. Luego, me puso como director de la fundación Trabajo Para un Hermano. A mí me gustaba lo social y él lo descubrió. Después de un tiempo me dijo que me viniera a trabajar con él y me contrató en el obispado. Primero para trabajar en el 1 por ciento. Tuve la oportunidad de crear “la banca”, los descuentos bancarios del 1%. Estuve como 2 o 3 años, pero pasaba que esta diócesis no tenía creado el departamento de pastoral social. Eso lo manejaba directamente él. Ahí me pidió que yo me hiciera cargo.
Don Fernando era una persona muy cercana. Él me venía a saludar a la oficina todos los días. Antes de trabajar en el obispado yo iba a tomar desayuno con él. Entonces, cuando me contrataron yo dije: “No más desayunos”, puesto que ahora era un funcionario del obispado. Entonces él me venía a saludar. Él era como el papá, el formador, y no solo conmigo, sino con todos los que trabajábamos en el obispado. Era una persona muy humilde.
Cuando regresó de Osorno yo tuve uno de los mejores regalos:la posibilidad de acompañarlo en su proceso de enfermedad. Por esa razón entraba a su casa como si fuera la mía. Él compartía sus dolores conmigo.
Cuando el doctor le pronosticó que tenía cáncer, él le dijo: “Dígame no más”. Y, luego, se levanta y le dice: “Espéreme un ratito”, y hace pasar a los familiares que lo acompañaban y le dice al médico: “Ahora, cuéntele a ellos lo que tengo”.
A veces yo le mentía. Un día le salieron unos granos y me dijo que pensaba que era una señal de que estaba debilitando. Yo le respondí que no era señal de debilidad, sino que eran las hormigas. Entonces, mandó que fumigásemos su cuarto, y así lo hicimos. Pero yo sabía que no eran las hormigas.
Él sufrió mucho cuando comenzó a experimentar el deterioro, porque era una persona muy independiente. Un día me dijo: “Tengo problemas para ducharme”. “Hagamos una cosa -le dije-, modifiquemos el baño”. “Ya pues tú te encargas – me respondió-”. Un día le pregunté: “Oiga jefe, ¿Ud. tiene problemas con que yo lo bañe?”. “Ya -me dijo, y agregó- pero cómo tú vas a hacer eso, mira a lo que has llegado por cuidarme”. Le dije que para mí no era ningún problema, que mucha gente estaría feliz de estar en mi lugar. Así es que yo lo bañaba. Luego, había todo un protocolo para vestirlo, su peineta, sus lentes, todo en orden. Fue un tiempo muy lindo.
Él era un hombre de oración profunda. Fue a través de él que yo descubrí a Dios. Yo había descubierto al Dios “buena onda”, ese que a uno lo levanta cada vez que se cae, trabajando en la población del Rosario, un lugar muy pobre. Ahí me dije: “Este Cristo es el que tengo que seguir”. Pero la experiencia de un encuentro más personal con Cristo la tuve con don Fernando. No le gustaba que alguien estuviera al lado en la oración. Se concentraba mucho, andaba con su Biblia, lloraba. Yo me quedaba a una cierta distancia, mirándolo. Yo lo entendía.
Un día me dijo: “Me caí de la cama, pero no quiero que nadie lo sepa”. Yo le dije: “Modifiquemos la cama”, y le mandamos a poner otra baranda al catre clínico que nos habían prestado del hospital y que tenía baranda por un solo lado. En otro momento me confidenció: “¿Sabes?, en las noches duermo poco, necesito algo que me ilumine un poco, pero que no sea una lámpara”. Buscamos y buscamos, hasta que le pusimos una Virgen refractante que se iluminaba en la noche; así se quedaba tranquilo.
Ahora yo reconozco que cometí un error: nunca pensé que don Fernando se iba a morir. Por eso, cuando llegó el momento me afectó mucho. Yo decía: “Es realmente un hijo de Dios, ¡cómo Dios se lo va a llevar, si es un hombre casi perfecto! Yo no hice bien la lectura, por eso sufrí tanto. Fui creando una situación en mi cabeza que no tenía nada que ver con la realidad. Siempre pensé que se mejoraría.
Un día me dijo: “Me van a hacer un homenaje en el Congreso, pero no voy a ir; voy a enviar al padre Gaspar”. Pero, un día en la noche me llama y me dice: “Jorge, voy a ir, vente mañana temprano para acá…ofrecieron llevarme en helicóptero…y vamos a ir los dos”. El obispo de Antofagasta, Mons. Lizama, que era también capellán del ejército, se enteró y lo llamó para retarlo: “¡Cómo se te ocurre, si ya no eres un cabro joven, estás enfermo…cómo vas a subirte a un helicóptero!”. Así es que Mons. Lizama se consiguió el avión particular del General Cheyre. Entonces, se daban esas situaciones raras… ¡con todas las peleas que tuvo con el ejército, ahora viajaba en el avión del Comandante en Jefe! ¡Y nos fuimos! Llegamos a Valparaíso. Ahí nos recibió el obispo Duarte que nos tenía unos tremendos autos esperándonos. Don Fernando me dijo: “Jorge, mira a lo que hemos llegado, tremenda parafernalia”. Él era muy observador. ¡Y nos mandaron a un hotel 5 estrellas! Le hicieron un reconocimiento muy, muy lindo en el Congreso, muy merecido. A los pocos días le llegó otra invitación de los trabajadores de Codelco en el El Salvador. “Jorge -me dijo-, vamos a ir en avioneta”, y en avioneta nos fuimos. Eran momentos muy lindos. Ahí uno decía: “Era un buen hombre, un buen hijo de Dios que nos enseñó que había que vivir al estilo de Jesús”.
Para manejar tantos recursos él vivía de manera muy sencilla. Sin mentirle, tenía dos pantalones, un vestón que tenía unas coderas, con unas rayitas, tenía muy pocos calzoncillos, tenía casi nada de ropa, porque él era así, esa era su opción. Él ayudaba a mucha gente; ayudó a muchos periodistas a recibirse. Les pagaba las carreras… y así hacía con mucha gente.
¿Cómo era la relación con su familia?
La relación con la familia no era muy buena. Él nunca hablaba de su familia. Yo me di cuenta de que él era como la oveja negra. Él había quedado como postergado. No era visible para su familia. Por ejemplo, ¡recién cuando estaba enfermo vino a conocer a un sobrino de 17 años! Era raro eso. Una de las hermanas venía a verlo, y cuando venía, él salía a visitar las parroquias…tenía muchas estrategias. Cuando ella se iba, él volvía. La hermana hacía y deshacía: cambiaba el refrigerador y muchas cosas. Conocimos a otras hermanas y a don Ricardo Ariztía, un muy buen hombre. Venían muchos ministros a conversar con él, también el presidente Ricardo Lagos. Era un hombre que aconsejaba, era creíble y muy asertivo y persuasivo… era muy acogedor.
¿Cómo fue el tiempo final?
Aquí viene la parte más triste… cuando él una mañana me dice: “Jorge, hace días que no duermo y quiero dormir, llámate al Dr. Díaz -una persona muy cercana a nosotros, un ángel-, para que me dé una pastilla para dormir unos días”. Y yo lo llamé. Y ahí es donde no despertó nunca más. Se fue quedando en el sueño, días enteros… ya no despertó. Tal vez sintió que ya era suficiente. Debe haber durado unos 15 días.
Una vez vino el padre Lucio -él siempre era visitado por sus sacerdotes- y me dijo: “Quiero hablar contigo: tú que eres cercano al obispo tienes que decirle que debe entregarse en las manos de Dios”. ¡Y a quién se lo decía!, al que pensaba que jamás se iba a morir. Le contesté: “No, yo jamás podría hacer eso”. Creo que el Padre Lucio tenía razón.
Hasta que un día me mandaron a buscar urgente: que don Fernando, ya estaba por irse. En ese momento final estábamos su hermano, su hermana, el padre Daniel Pauvif, la Ximena, una hermanita de Jesús, el obispo Gaspar y yo. Ahí es donde yo colapsé. En primer lugar, porque jamás había visto morir a una persona, nunca en mi vida. Don Fernando respiraba y paraba de respirar. Todos pensábamos que ya había muerto y, al rato, volvía a respirar. Fue largo ese proceso, debe hacer durado unos 20 min. Cuando él volvía a respirar yo decía: “No, no va a morir”. Parecía que Don Fernando se aferraba la vida. Hasta que el doctor nos dice: “Ya murió, dejó de respirar”. En ese momento me quebré… cuando bajé la escalera venía muy mal. Como que me rebelé. Decía: “¡Por qué Dios se lleva a un hombre tan bueno!”
Tal vez por las mismas mentiras que le inventaba nunca le tomé el peso a la situación. Cuando lo acompañaba a hacerse las radiografías, los exámenes, yo iba seguro de que no saldría nada, que las radiografías saldrían limpias. Y era al revés, cada vez salían más manchaditas. Era un cáncer al riñón, irreversible.
¿Y cómo fue el funeral?
Cuando falleció, se tocaron las campanas de la catedral. Pude ver a la gente que pasaba por la calle; cómo se ponían tristes y decían: “Falleció el obispo”. Todo el mundo sabía que estaba delicado de salud.
El funeral lo viví de manera muy intensa, porque la comisión que se formó para organizarlo me pidió que fuera uno de los oradores. Habló el Obispo, el Presidente y yo. Ahí tomé conciencia de toda la dimensión que él alcanzó. Yo tuve la idea de pagar para que hicieran un video. Un empresario me entregó una plata que utilizamos para eso. Ahí sale esa señora que, cuando el féretro pasa por una de las poblaciones, le dice: “Dios quiera que todos nos metamos en la cabeza lo que tú nos enseñaste: adorar y ayudar al pobre… ¡al pobre hay que ayudar! Adiós pastor de los pobres…que esta enseñanza quede a cada uno, ¡el pastor de los pobres!”
Cuando hubo que meterlo en el nicho, decidimos que solamente lo levantaran las mujeres. Fue un bello signo.
¿Cuál cree Ud. que era su secreto de la llegada con la gente?
Él se interesaba por los temas. Era un hombre muy social, muy entregado por la gente. A temprana edad descubrió cómo vivir al estilo de Jesús, entendió lo que el Señor nos enseña a través de sus palabras. Eso lo captó muy bien. Y no se olvidó más.
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